1. Ayuda entre hermanas (8)


    Fecha: 18/10/2025, Categorías: Incesto Autor: PerseoRelatos, Fuente: TodoRelatos

    ... gym, del gym a la regadera, de la regadera a su cuarto. Una rutina perfecta, casi militar, sin el mínimo roce conmigo.
    
    Al principio, lo agradecí.
    
    Era delicioso tener mi propio espacio, no sentirme invadida todo el tiempo. Podía leer hasta tarde sin que me apagaran la luz o me cambiaran el playlist. Podía masturbarme con tranquilidad, si me daba la gana. No había por qué seguir más las reglas de mamá, ya que habíamos suspendido las lecciones indefinidamente después de la intensa demostración sexual que mis padres realizaron frente a nosotros.
    
    Con ellos, todo seguía igual, eso sí.
    
    Pero con el correr de los días, el silencio se volvió denso.
    
    Y así estaba yo, cierto día después de la uni.
    
    Al volver a casa, toqué la puerta de su cuarto.
    
    No contestó.
    
    Toqué de nuevo, más fuerte.
    
    —¿Diana? —pregunté, casi en un susurro.
    
    Unos segundos después, la puerta se abrió apenas
    
    —¿Qué pasa, enana? —dijo, pero su voz era hueca.
    
    —Nada, sólo… —no supe cómo seguir la frase—. ¿Estás bien?
    
    Dudó un momento, luego asintió.
    
    —¿Tú estás bien? —replicó, con la voz tan suave que apenas la escuché.
    
    Asentí.
    
    Nos quedamos en silencio, una frente a la otra, como dos planetas en órbitas diferentes.
    
    Al final, Diana cerró la puerta.
    
    Regresé a mi cuarto y me metí a la cama- Me di cuenta de que no era el sexo lo que extrañaba, ni los juegos, ni las peleas. Bueno sí, un poquito el sexo. Pero igual me había algo más que me faltaba.
    
    Días pasaron, y decidí, que ...
    ... así cómo había tomado la iniciativa (o así me empeñaba yo a llamar a mi nueva seguridad) con Gerardo, debía hacerlo con Diana.
    
    Durante el desayuno, Diana ni siquiera tocó el cereal. Se quedó mirando la taza, jugando con la cuchara, como si intentara resolver un acertijo imposible.
    
    —¿Tienes algo que hacer hoy? —pregunté, rompiendo el hielo.
    
    —Lo de siempre —dijo, sin mirarme.
    
    —¿Vamos juntas al gym? —intenté, con una voz tan falsa que hasta yo la detesté.
    
    Diana levantó los ojos, sorprendida. Dudó, luego asintió.
    
    —Si quieres —dijo.
    
    Fuimos.
    
    El trayecto fue … incómodo. Nada de las bromas de antes, nada de complicidad. En el gym, la rutina fue mecánica. Diana ni siquiera corrigió mi postura, ni me gritó "más culo, enana" cuando hacía sentadillas. Yo la miraba de reojo, esperando una señal, una palabra, cualquier cosa. Pero todo era distancia.
    
    Al final de la sesión, nos sentamos en el área de descanso, sudadas, cansadas, con el pulso en las orejas.
    
    —¿Quieres que pidamos algo de comer? —pregunté, esperanzada de que la comida pudiera arreglarlo todo.
    
    —Ok —dijo, y me pasó su teléfono para que eligiera.
    
    Pedí sushi, el favorito de Diana, y casi me arrepiento por el precio, pero al final valió la pena. A mitad de la comida, Diana soltó:
    
    —Esto es incómodo.—lo dijo en voz baja, casi inaudible.
    
    Me sorprendió que, de nuevo, ella tomara el mando.
    
    —Sí un poco… — concedí, pero no pude aguantar la tensión y cambié el tema — igual, no ayuda estar todas ...
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