La verdad sobre Ester - Relatos Eróticos

La verdad sobre Ester

... destapándose el otro cambió el sacaleches de teta. Lo puso en marcha y al ver que el camarero la miraba con mala cara tapó la teta recién vaciada—. Y uno de los castigos más habituales, por lo que sea, no solo por no producir bastante, es que no puedo usar el sacaleches, sino que tengo que exprimirme de forma manual. Es más costoso, pero sobre todo daña más el aguante de los pechos —culminó Laura, que al quitarse el top había dejado ver que sus tetas caían bastante hacia abajo debido, en parte, a los veinticuatro centímetros de diferencia entre la base y el pezón, pese a tener solo 38 años, pero también a los pesados anillos que lastraban sus pezones—. Supongo que así se demuestra ser poderosa. Además prefiero que me caigan a que me los quite, como ha hecho con Raquel.

—A mí me gusta que caigan —dijo Pedro—. Es señal de que son naturales y no me gustan anda las prótesis. Los prefiero pequeños a artificiales, aunque como a todos los hombres, digan lo que digan algunos, me gustan las tetas grandes, sobre todo.

»Por otra parte es cierto que personalmente prefiero que las mujeres no usen ropa interior y los acuerdos de la comunidad en la que os vais a integrar van en ese sentido, salvo en los momentos de asistencia escolar que serán obligatorias bragas de algodón de goma ancha y entrepierna ancha, así que tendréis que adquirirlas, si no las tenéis. En especial tú, Raquel, para tu examen del día 7. Susana te ha conseguido la matriculación en el bachillerato dual, pero ...

... tienes que hacer un examen en el colegio. Pese a ser agosto ha conseguido que te lo realicen.

Pedro eligió la comida para todos. A decir de Svetlana demasiado, pese a que para ella, Laura y las otras tres jóvenes eligió menús reducidos. Después de la comida quedaron en que Raquel iría el sábado 5 a casa de Pedro, que la desvirgaría esa noche y después presentaría a Susana que será su tutora y anfitriona, ya que se quedará en la casa de esta pues es cercana al colegio. Además quedaron que miraría la posibilidad de escolarizar a las otras dos niñas.

De regreso en casa, junto con Olha, contactó con Yao Guohua y le realizó el primer pedido: doce cobayas, seis de cada sexo, incluida Anoushka Zaytseva, aunque ella no sería cobaya, informándole que le daría la dirección una vez concertase el lugar con un contacto y que este contacto se quedaría con cuatro de los doce, una tercera parte como pago.

«No te fías de mi gente —escribió Guohua en inglés como respuesta—, para buscar la entrega en un lugar distinto, aunque te cueste individuos».

«No es eso —replicó Pedro en inglés—. Por una parte aún no tengo el lugar definitivo, seguramente tendré que trasladar a las cobayas un par de veces. Además la anfitriona receptora, controla a unas persona que me interesa conseguir y es probable que te pidamos algunos más a cambio, este primer envío es una excusa para establecer el protocolo. Pero, sobre todo, porque yo no controlo a la policía, como tú en China o Alexander en Ucrania y quiero ...