1. El vuelo de regreso no fue lo único que subió (1)


    Fecha: 29/10/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Alma Carrizo, Fuente: CuentoRelatos

    ... allí. Al regresar, decidí merendar algo en la cafetería del hotel.
    
    —Alma, ¡qué alegría verte! —Roberto estaba sentado en una mesa con su laptop abierta, levantando la mirada con una sonrisa sincera.
    
    —Hola, ¿trabajando? —pregunté, acercándome.
    
    —Algo así. Estoy revisando unas acciones —dijo mientras corría sus cosas para hacerme espacio—. ¿Te sentás?
    
    —Dale —acepté, riendo un poco.
    
    —¿Día pesado? —preguntó mientras yo pedía un café.
    
    —No, para nada. Estos días son de vacaciones. Estuve paseando por la ciudad.
    
    —Ah, qué bueno. Hacen bien unos días para vos sola.
    
    —Sí —asentí—. Y vos, ¿de dónde sos, Roberto?
    
    —Ah, perdón, ni me presenté bien —se rio—. Soy de Buenos Aires, pero vivo entre España e Inglaterra. Dirijo una empresa y ahora la estamos relocalizando.
    
    —¿Y eso es bueno o malo?
    
    —Complicado. En España no terminamos de despegar, así que probamos suerte allá.
    
    Asentí, comprendiendo. La conversación fluyó naturalmente, como si nos conociéramos de toda la vida. Él me preguntó sobre mí, y le conté de mi empresa de ...
    ... empaquetados, mis hijos, mi matrimonio… y esa charla pendiente que tenía con mi esposo.
    
    —Parece que estamos en la misma —dijo Roberto con un dejo de amargura—. La monotonía y el desinterés terminan cansando.
    
    —Totalmente. Pero mis hijos son lo primero. Ya veré qué hago.
    
    —Yo también pienso igual, aunque si me divorcio, dudo que encuentre a alguien —se rio, incómodo—. Miráme: soy un gordito con lentes y feo.
    
    —¡No digas eso! —protesté, sorprendida—. Sos amable, educado, inteligente… Eso vale mucho más que el físico. Y además, no sos feo. Tenés que ser más seguro de vos mismo.
    
    —Bueno, gracias por el halago —sonrió, ruborizándose.
    
    La charla siguió, cada vez más cómoda, hasta que finalmente nos despedimos para retirarnos a nuestras habitaciones.
    
    Pero algo en mí había cambiado. Sus palabras, su mirada, esa atención genuina que mi esposo ya no me daba… empezaron a generar pensamientos que no esperaba.
    
    ¿Y si…?
    
    Me sorprendí a mí misma sonriendo ante la idea. Nunca me había pasado, pero había algo excitante en la posibilidad de portarme mal… 
«12345»