1. Urgencias domésticas: setenta y húmeda


    Fecha: 01/11/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Lucas 2304, Fuente: TodoRelatos

    ... no se apartaban de mi vestido amarillo—. Y creo que voy a necesitar... ayuda.
    
    «¿Ayuda?» Eso era nuevo.
    
    —¿Qué tipo de ayuda? —pregunté, levantándome lentamente.
    
    —Alguien que sostenga la linterna mientras trabajo en un espacio estrecho —explicó, pero había algo en su tono que sugería que había más que eso.
    
    —Por supuesto —dije—. Me encanta... ayudar.
    
    Bajamos al sótano juntos, pero esta vez la atmósfera era completamente diferente. La tensión seguía ahí, pero ahora había un reconocimiento mutuo de lo que estaba pasando entre nosotros. Ya no fingíamos que esto era solo sobre fontanería.
    
    —¿Aquí? —pregunté, sosteniendo la linterna mientras él se agachaba junto al calentador.
    
    —Sí, justo ahí. Necesito que mantengas la luz... firme.
    
    Pero cuando me incliné para iluminar mejor el área, mi cuerpo rozó el suyo. El contacto fue intencional por ambas partes.
    
    —¿Así está bien? —murmuré.
    
    —Perfecto —respondió, pero su voz era más ronca que antes.
    
    Trabajamos en silencio durante varios minutos, pero cada movimiento era coreografiado, cada roce calculado. Cuando él se estiraba para alcanzar una herramienta, yo me movía de manera que nuestros cuerpos se tocaran. Cuando yo ajustaba la linterna, me aseguraba de que mi mano rozara la suya.
    
    La tensión era insoportable y deliciosa al mismo tiempo.
    
    —Listo —anunció finalmente, incorporándose—. Solo necesito probar que funciona.
    
    Encendió el calentador, que cobró vida con un rugido satisfactorio.
    
    —¡Perfecto! ...
    ... —exclamé, quizás demasiado entusiasmada para la situación—. Eres muy... hábil con las manos.
    
    Tomeu me miró directamente entonces, y vi que había tomado una decisión.
    
    —Ida —dijo, su voz seria—. Sobre antes... sobre el beso...
    
    —¿Qué pasa con él? —pregunté, preparándome para lo peor.
    
    —No he podido parar de pensar en él.
    
    «¡Gracias, dioses del sexo!»
    
    —¿Y? —pregunté, haciéndome la difícil.
    
    —Y creo que... creo que me gustaría repetirlo.
    
    En lugar de responder con palabras, dejé la linterna en la mesa de trabajo con un clic metálico que resonó en el silencio del sótano. Me acerqué a él lentamente, sintiendo cómo mi corazón se aceleraba con cada paso que nos separaba. Sus ojos verdes no se apartaron de los míos ni por un segundo, y pude ver en ellos el mismo deseo ardiente que me consumía por dentro.
    
    —Ven aquí —susurré, extendiendo mi mano hacia él.
    
    Tomeu no necesitó más invitación. Se acercó hasta quedar a escasos centímetros de mí, tan cerca que podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo joven y atlético. Su respiración era entrecortada, y pude ver cómo se humedecía los labios nerviosamente.
    
    Sus manos encontraron mi cintura, atrayéndome contra él, y pude sentir su excitación presionando contra mi vientre. «Dios mío, cuánto tiempo sin sentir esto», pensé mientras una oleada de calor se extendía por todo mi cuerpo. Era joven, era fuerte, y me deseaba de una manera que me hizo sentir poderosa y deseable.
    
    Esta vez, cuando nos besamos, no había ni rastro ...
«12...91011...17»