1. Urgencias domésticas: setenta y húmeda


    Fecha: 01/11/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Lucas 2304, Fuente: TodoRelatos

    ... de preservativos, y Tomeu estalló en una carcajada.
    
    —¿Sabes qué? —dijo, negando con la cabeza divertido—. Cuando me he ido antes a por la pieza, también he pasado por la farmacia. Tenía la esperanza de que...
    
    —¿En serio? —reí—. Parece que ambos somos igual de previsores.
    
    —O igual de optimistas —murmuró, tomando uno de los preservativos.
    
    Observé hipnotizada cómo se lo colocaba con movimientos expertos, y luego cómo untaba su miembro con el lubricante. «Dios mío», pensé, sintiendo cómo se me contraía el sexo solo de verlo, «hay algo increíblemente erótico en ver cómo se acaricia esa polla enfundada mientras esparce ese líquido brillante por toda la superficie. Es como ver a un gladiador preparándose para la batalla».
    
    Separé las piernas todo lo que pude, ofreciéndome completamente a él, y vi cómo sus ojos se oscurecían de deseo.
    
    —Joder, qué imagen tan perfecta —murmuró, cogiéndome por los tobillos con sus manos grandes—. Eres preciosa, Ida.
    
    Deslizó su miembro enfundado sobre mi sexo empapado, resbalando fácilmente gracias al lubricante y mi propio flujo. La fricción me arrancó un gemido gutural.
    
    —Mira cómo tienes el clítoris —comentó con admiración—. Tan hinchado, tan visible... parece que está pidiendo atención.
    
    —Tomeu, por favor —le exigí, arqueando las caderas—. Déjate de preliminares y fóllame ya.
    
    Comenzó a penetrarme muy lentamente, deteniéndose cada pocos centímetros.
    
    —¿Va bien así? —preguntaba, preocupado—. ¿Te hago daño?
    
    Llegó a ...
    ... añadir más lubricante en dos ocasiones, con una delicadeza que me emocionó profundamente. Su interés genuino por mi comodidad me llegó al corazón, pero a la vez me hizo reír internamente.
    
    «Cariño», pensé mientras mi cuerpo se abría perfectamente para recibirlo, «este viejo motor funciona mejor de lo que imaginas. No necesito tantas atenciones».
    
    Él no me dio tregua después de eso, estableciendo un ritmo que me hizo perder toda noción del tiempo y del espacio. Sus movimientos eran profundos y deliberados, cada embestida una declaración de intenciones que resonaba por todo mi cuerpo como ondas sísmicas. No hasta que todas mis terminaciones nerviosas estuvieron conectadas directamente con mi sexo, como si fuera el epicentro de un terremoto de placer que se extendía por cada fibra de mi ser.
    
    Sus dedos encontraron mi clítoris con una precisión que me dejó sin aliento, acariciándolo en círculos perfectos mientras seguía penetrándome completamente. La combinación de sensaciones era abrumadora: la plenitud de tenerlo dentro de mí, llenándome por completo, y esa caricia experta que hacía que cada terminación nerviosa gritara de placer.
    
    —Dios mío, Ida —gemía contra mi cuello, su respiración entrecortada mezclándose con la mía—. Eres increíble... tan apretada, tan perfecta...
    
    —Más... más duro —logré jadear entre gemidos entrecortados, las palabras saliéndome con dificultad—. Por favor... dame más...
    
    Mi súplica lo encendió como una cerilla. Renovó la potencia de sus embates ...