La sumisión de Claudia, Cap. 4 - Relatos Eróticos

La sumisión de Claudia, Cap. 4

... acelerador. Estaba en la carretera.

Cuando entró en el aparcamiento de su complejo de apartamentos, vio que el coche de alquiler de Sam no estaba allí. Su primera sensación de alivio no duró mucho. Podría haberlo aparcado en otro lugar para volver a sorprenderla. Incluso si estuviera fuera de casa, regresaría probablemente. Aparcó en su lugar habitual y apagó el motor. Se quedó sentada en el coche durante un buen rato antes de salir.

Su apartamento estaba fresco, oscuro y vacío cuando entró. Hizo un esfuerzo por hacer ruido, cerró la puerta con más fuerza de la necesaria, hizo tintinear las llaves del coche antes de dejarlas en el soporte de madera junto al armario de la sala de estar y entró con energía en la cocina todavía con sus tacones bajos. Pasaron unos minutos antes de que estuviera segura de que Sam no estaba allí. Revisó cada armario del apartamento, sintiéndose un poco tonta. Sam no estaba. Tampoco había ninguna nota de él.

Se sentó en la cama, sin saber qué hacer. Antes de que apareciera Sam en su vida, por lo general nunca volvía a casa antes de las seis. Tenía un horario más o menos regular para las primeras horas de la noche que incluía sesiones en el club de salud, clases continuadas de defensa personal y, a veces, un viaje al campo de tiro bajo techo, solo para mantener la puntería. La semana anterior, no había hecho ninguna de esas cosas. En vez de eso, se había quedado en casa, mantenida en cautiverio lujurioso y ansioso por Sam. Incluso cuando no ...

... estaban follando, era muy, muy agradable estar entre sus brazos en la oscuridad mientras hablaban en voz baja sobre una variedad de cosas. Sam estaba muy interesado en su vida, dónde había crecido, cómo eran las cosas allí, cómo era su familia. A su vez, le hablaba sobre diferentes proyectos en los que había trabajado y personajes extraños que había conocido. Nunca contó nada sobre su niñez. Cambiaba de tema cada vez que ella sacaba a relucir el asunto, a veces de una manera muy ingeniosamente carnal.

Pero... aquí estaba, por la tarde temprano, Sam no estaba y se sentía completamente perdida.¿Volver a la oficina? Podía hacer eso, pero ¿por qué? ¿Solo porque no podía pensar en otra cosa que hacer?Se quitó los zapatos y se recostó en la cama. Ahora estaba empezando a sentirse más que un poco irritada con Sam. ¿Por qué no pudo al menos dejarle una nota? ¿Contaba con que se limitara a esperarle, sin importar cuánto tiempo?

El teléfono sonó. Sin pensarlo, se incorporó rápidamente, tomándolo ansiosamente. Se contuvo. Si era Sam, no quería parecer ansiosa por responder. Lo dejó sonar una y otra vez. Lo descolgó a la cuarta señal, justo antes de que saltara el contestador automático.

"¿Hola?"

“Hola Red, soy yo. Siento no haberte dejado una nota, pero esperaba estar de vuelta hace un rato.” La voz de Sam resultaba irrazonablemente alegre.

"Oh." Se tragó la queja que tenía preparada sobre el asunto. "¿Dónde estás ahora?"

"No lejos. Estoy yendo de vuelta. ¿Tienes algún ...