1. Entrevistando hombres


    Fecha: 05/11/2025, Categorías: Hetero Intercambios Sexo con Maduras Autor: Ericl, Fuente: SexoSinTabues30

    ... latir más rápido, pero no podía apartar la mirada de su verga; sus movimientos tenían una mezcla de misterio y sinceridad que me atrapaba sin remedio.
    
    Mi cuerpo reaccionaba sin que mi mente lo ordenara. Los susurros de Sebastián no solo eran palabras, eran promesas veladas, retos silenciosos que me invitaban a bajar las defensas. Pese a la educación estricta que recibí, en ese momento supe que lo que sentía era algo mucho más poderoso que la cortesía o la formalidad.
    
    Mis papás, aunque estaban en la misma habitación, parecían no notar ese intercambio invisible, esa corriente secreta que fluía entre nosotros. Yo trataba de disimular, de quedarme quieta y simplemente permitir que él hiciera lo que quisiera conmigo, de mantenerme seria, pero por dentro una chispa de rebeldía y emoción se encendía, haciendo que cada segundo a fuera tan intenso como inolvidable.
    
    —Me gustas —dijo de pronto Sebastián, con la voz tan baja que casi parecía un suspiro.
    
    El silencio en la habitación se hizo más denso, como si el tiempo se hubiera detenido un instante solo para que esas palabras calaran en mi piel. Mi corazón dio un salto; no esperaba que él fuera tan directo, ni que el momento tuviera tanta carga, tan inesperada y pura.
    
    Sentí que la habitación se reducía a solo nosotros dos. No sabía qué decir al principio, pero su verga —tan intensa, tan honesta— me empujó a responder sin pensar:
    
    —Yo también…
    
    Fue como si, en ese instante, todo lo demás desapareciera: la formalidad, ...
    ... la timidez, incluso el miedo. Solo quedábamos Sebastián y yo, conectados por un sentimiento que acababa de nacer y que prometía cambiarlo todo. Me incliné un poco más, hasta que mi cabeza descansó suavemente en el respaldo del sofá, sintiendo cómo el mundo a nuestro alrededor se desvanecía en ese instante perfecto.
    
    No tuve oportunidad de nada más; en ese instante lo sentí. Una mezcla intensa de emociones me recorrió el cuerpo, un torbellino que me atrapaba sin pedir permiso. Su vega, el calor que desprendía estaba adentrándose en mi y esa dureza que parecía destruirme se fue apoderando de mi interior… Era el comienzo. Y aunque mi mente intentaba racionalizar, mi corazón ya había elegido seguir ese camino, sin saber exactamente a dónde nos llevaría.
    
    Sentía dolor, sí, un leve ardor que me recordaba que algo en mí estaba cambiando. Pero era innegable que me gustaba. Había una parte de mí —esa que siempre había sido paciente, esperando el momento justo— que por fin despertaba.
    
    Quise sentirme, finalmente, parte de este mundo al que pertenecían mis padres, de sus reglas implícitas, de sus miradas largas y silencios cargados de intención. Sebastián no me hablaba, pero sus manos en mi cintura decían más de lo que cualquier palabra podría. Se detuvo por un segundo, como preguntándome sin voz si estaba bien, si quería seguir. Y yo no dije nada. Solo asentí, apenas con un gesto, mientras mis dedos se aferraban a la tela del sofá.
    
    Había cruzado una línea. Y aunque no sabía aún ...
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