1. Entrevistando hombres


    Fecha: 05/11/2025, Categorías: Hetero Intercambios Sexo con Maduras Autor: Ericl, Fuente: SexoSinTabues30

    ... a dónde me llevaría, lo que sí sabía era que no quería dar un paso atrás. “Buena chica”, comenzó a repetirme, mientras entraba y salía de mi interior. Lo hacía tan delicadamente y a la vez los movimientos le permitían acariciarme con suavidad mis nalgas.
    
    Entonces siento que mi cuello es rodeado con algo. Al voltear veo a mi papi a mi lado, me ha puesto mi collar. “Lo estas haciendo muy bien perrita” me dice él. Del collar cuelga una gruesa cadena, la hala al tiempo que me ordena clavarme completamente la verga de Sebastián.
    
    Obedezco, increíblemente el dolor que estoy sintiendo viene acompañado por una oleada de placer que me invade, siento la verga de Sebastián en mi panza. Me quedó quieta esperando las instrucciones de mi padre, pero no tiene que hablar más, hala de la correa hacia abajo, para hacerme ver que su verga esta libre, la primera verga que conocí en mi vida entra en mi boca hasta que mi propia mandíbula le impide avanzar más, llevo trabajando mucho en no hacerle daño con los dientes, pero su verga es demasiado gruesa y a veces eso es imposible.
    
    Sebastián no se mueve más, su verga erecta descansa en mi interior mientras mi papi descarga una inmensa ola de semen en mi garganta. Cuando su verga sale de mi boca escupo lo que aún tenía sobre mi lengua, como le gusta a papi que haga, de manera que pueda ver su corrida en mi barbilla.
    
    En ese momento siento un dedo acariciando mi ano, me excito mucho porque es mi lugar favorito. ...
    ... “Para más adelante”, le escucho decir a Sebastián. Mi vagina esta mojada, abierta, desvirgada. Parece que mi papi le permite volver a moverse y esta vez Sebastián lo hace mas rápido, ya no tan delicadamente. Pero ya no me molesta, lo he escogido muy bien. EL placer que siento pronto se convierte en mi primer orgasmo. Sebastián intenta venirse al mismo tiempo y me penetra violentamente.
    
    Sebastián se corrió. No había necesidad de palabras. Todo lo que había pasado entre nosotros —las miradas, las preguntas, los silencios incómodos y ese atrevimiento que parecía haber cambiado la atmósfera para siempre— ya hablaba por sí solo.
    
    Me acomodé de nuevo en el sofá, esta vez sin apuro, con esa mezcla extraña de nervios y calma que solo aparece cuando uno siente que algo importante acaba de empezar. Él tomó mi mano, con firmeza pero con cuidado, como si supiera que no era un simple gesto.
    
    —¿Estás bien? —preguntó, su voz ahora suave, casi un susurro.
    
    Asentí. No sabía si estaba lista para todo lo que podía venir después, pero no quería detenerme. Porque por primera vez en mucho tiempo, sentía que estaba eligiendo algo por mí, no por expectativas, no por miedo.
    
    Me reí, más por alivio que por otra cosa, y me acerqué un poco más.
    
    Y ahí entendí que esto era para largo.
    
    No un juego, no una ocurrencia. Era un comienzo. Y tal vez, solo tal vez, el primer capítulo de una historia que aún no sabía cómo escribir, pero que ya no podía —ni quería— evitar. 
«1...3456»