-
Verano, bicicleta, maduro, twink: cóctel explosivo
Fecha: 07/11/2025, Categorías: Gays Autor: Klaus, Fuente: TodoRelatos
... hasta el fondo, pero por no generarle más dudas y porque me pareció que le faltaba poco para correrse, seguí abrazándole por detrás y manoseando. - Seguro que cuando dispares llegas hasta aquel árbol de allá, no crees? Por toda respuesta jadeó algo más fuerte y cerró el puño en mi brazo hasta hacerme casi daño. Yo estiré para atrás todo su pellejo y le apreté por debajo como para estrujarle la próstata desde fuera, mientras soltaba, uno, dos... perdí la cuenta de los tiros... No sé si llegó al árbol la verdad, me concentré en sujetarle los dos segundos que apoyó la espalda en mi acompañando a su ¡ah, ah, aaah...! La última gota de semen le había quedado pegada a la salida, se la escurrí con la mano y la verdad es que me chupé los dedos, haciendo literalmente el dicho. Alcancé otro pañuelo de papel para acabar de limpiarlo. - Ah, esto... bueno ... -empezó a decir. - No digas nada -le interrumpí-. Sigue sin pensarlo. Ya lo repasarás después, ahora no toca. - Vale -obedeció. Se subió el pantalón del maillot, colocándose la polla morcillona dentro. Yo también me coloqué la entrepierna, ventajas de maillot apretado, y me puse en modo profesional. - Yo creo q podemos volver hasta el pueblo -dije. El pueblo (no doy nombres) está pegado a la playa y al puerto, nosotros estábamos en el monte justo detrás-. Vamos a la tienda donde yo alquilo, que tienen también taller, y que lo miren. - Estooo... ¿cuánto puede costar? -pregunto, temeroso. - Por ...
... mirarlo y ver qué arreglo tiene, como nos cobren algo, les rompo un cristal -reí-. No te preocupes. Nos dicen cómo lo ven y qué se puede hacer. Pareció aliviado. - A todo esto, ¿tú por dónde vives por aquí? A ver si vamos en dirección contraria... - No, yo estoy más o menos cerca de la playa, en ***. Mis tíos nos dejaron su casa. - Ah, estamos bastante cerca de la tienda entonces. Yo estoy un poco más al norte, paso por allí para llegar a mi casa. Charlábamos como si no le acabara de cascar un pajote, aunque a mí no se me podía olvidar, claro, y suponía que a él tampoco, pero nos comportábamos como viejos conocidos. - Tú sígueme, no cambies de marcha para que no se vuelva a salir, vamos despacio y deberíamos poder llegar hasta allí dando dos pedales como mucho. - Vale -contestó. Fuimos tranquilamente cuesta abajo durante una media hora. Yo miraba hacia atrás y siempre lo veía cerca; aún con gafas y casco parecía notársele en tensión. Seguimos sin incidencias hasta unas manzanas cerca de la tienda, donde desmonté y fuimos andando. No decíamos nada, un silencio un pelín incómodo se interponía entre nosotros. - ¿Y dónde estudiarás el año que viene? -pregunté- - En Madrid -contestó-. Vivo allí, esto son solo vacaciones. No indagué más, por no revelar nada, juramento o no juramento. - Bueno, pues tendrás que aprovecharlas –comenté-, que será un año duro. Llegamos unos minutos antes de abrir la tienda. No tuvimos que esperar mucho para que viniera ...