Verano, bicicleta, maduro, twink: cóctel explosivo - Relatos Eróticos

Verano, bicicleta, maduro, twink: cóctel explosivo

... alguien a abrir y le contamos el problema, por si la podía echar un vistazo lo primero.

- Dadme media hora, que arrancamos el día y viene algún compañero -nos pidió el que estaba abriendo.

- Claro -contesté-, nos tomamos un café. Y si lo tienes antes, me llamas.

Nos acercamos a una cafetería que estaba cerca, con jubilados madrugadores desayunando.

- Vamos a tomarnos un café ahí -dije-. Yo invito.

- No tengo hambre -contestó.

- Yo tampoco -aclaré -, pero un café se toma sin hambre.

Nos sentamos en una mesa fuera, dejando mi bici apoyada en una valla. Dos cafés y unos churros.

- Aquí llaman churros a cualquier cosa -comenté mientras los ponía en la mesa- pero mejor que nada.

- Jaja, también de Madrid, entonces -se rió-. Es el único sitio que presumimos de churros.

- Hay quien puede presumir de churro, también -comenté-. Que aunque no lo haya mojado aún, de alguna forma lo ha estrenado con mano ajena... jajaja.

No le vi si se ruborizaba pero estaba claro que le había dejado cortado.

- Me alegro de haberte ayudado -dije, en tono normal-. En todos los aspectos.

- Ha sido un poco fuerte -confesó.

- Ha estado bien si te ha gustado -terminé-. ¿Sales todos los días con la bici?

- Tenía intención –contestó-, tampoco hay mucho que hacer más que bici, playa, o dormir.

- Bueno, también puedes salir por la noche -aventuré-, a ver qué surge.

- No tengo colegas aquí -explicó-, vine por acompañar a mi madre a que se tomara unos días de ...

... relax. No era el plan alternar.

Charlamos por temas intrascendentes acerca del tiempo, la playa, la vida en general, sin tocar otros temas más escabrosos. Lo miré allí sentado, con las gafas de sol sobre el pelo corto, con su desbordante juventud. Que si estaba como un queso, preguntaba...

- Si te arreglan la bici, podíamos salir juntos -propuse-. Yo suelo preferir ir solo, salvo que sea en buena compañía.

- Me encantaría -contestó tras unos segundos de mirada directa.

Pagamos y volvimos a la tienda. Nos explicó que había un tornillo con rosca pasada y que podía durar o aflojarse otra vez. Que lo seguro sería cambiar la pieza entera. Pero podía vigilarse por si no se aflojaba y aguantaba.

- ¿La llave con la que se aprieta si se afloja la tienes? –pregunté- por llevarla encima y darle un apretón si se afloja, ¿no?

- Sí, si vas mirando no sea que llegara a salirse el tornillo, entonces no tendría arreglo.

Miré a Raúl, callado. Yo había tomado la voz cantante.

- Pues vamos a comprar la llave, para poder salir y no quedar tirados y nos dices cuánto costaría cambiar la pieza entera y nos lo pensamos, ¿no? -pregunté, mirando a Raúl, que asintió.

Salimos de la tienda.

- Mmm, gracias otra vez -casi balbuceó-, te pagaré lo de la llave, te puedo hacer un bizum.

- Ni se te ocurra -exclamé ofendido-. He sido yo el que ha dicho de comprarla. Mañana salimos de nuevo y seguro que volverá a ser un placer… si tú quieres, claro está -dije mirándole a los ojos-. Sólo ...