1. LNE (3). Unicornios en modo combate


    Fecha: 08/11/2025, Categorías: Grandes Series, Autor: Schizoid, Fuente: TodoRelatos

    ... minutos el autocar terminó aparcado frente al colegio con ese rugido nervioso de motor a punto de llevarse media civilización infantil al campo. La excursión a la granja ecológica era el evento del mes, o al menos eso habían repetido las tutoras para convencer a los niños de que ver cabras era igual de emocionante que ir a un parque de bolas.
    
    César había llegado justo a tiempo a la hora programada, con la mochila de Sergio colgando de un solo tirante y cara de quien había discutido con un despertador, y había ganado por los pelos, y la inesperada espera no había contribuido a mejorar su humor.
    
    —¿Has traído las galletas sin gluten? —preguntó Inés, apareciendo por su hombro como un fiscal.
    
    —Eh... sí. O sin azúcar. O sin sabor. No estoy seguro. Para asegurarme, he traído siluetas de galletas recortadas de un cartón.
    
    Inés suspiró y le entregó un paquete con envoltorio ilustrado con una vaca feliz.
    
    —Toma. Reparte éstas cuando toque. Y no intentes convencer a los niños de que los espárragos crudos son "snacks de valientes" o las bellotas del suelo “aceitunas con armadura”.
    
    César asintió con resignación. El viaje comenzaba.
    
    ***
    
    En el autocar, Lluvia se había sentado delante, armada con una carpeta, una gorra de tela y una paciencia infinita. Detrás, Inés trataba de evitar que su hija Sonia se comiera una pintura de cera por una apuesta de un euro, mientras César intentaba mantenerse despierto, esquivando preguntas de Sergio del tipo "¿Por qué el cielo no se ...
    ... cae?" y "¿Tú sabías que las cucarachas no sienten dolor?".
    
    Marisa, sentada al otro lado del pasillo, lanzaba miradas suaves a César, mientras su hija Gala jugaba con el móvil. Él, por supuesto, no se daba por enterado. Cristina bostezaba abriendo la boca como una anaconda tratando de engullir una moto acuática y Víctor, si hijo, dormitaba con la cabeza apoyada en un bebible de fruta triturada que había estallado, enviando un reguero de fresa y plátano camiseta abajo.
    
    Solo Marian parecía feliz, canturreando con un grupito de niños. Maribel consultaba en Internet los peligros del tétanos, la rabia, la peste bubónica y la lepra, lanzando suspiros de agobio, y advirtiendo a Eloy, un chiquillo que parecía la viva imagen de la salud, sobre alergias y pulgas y chinches.
    
    Es decir, lo habitual.
    
    Finalmente, el autobús se detuvo y una turba de niños gritones y sobreexcitados bajaron a toda prisa, todos a la vez, por todas partes.
    
    —¿Seguro que esto es una granja y no un centro de adoctrinamiento climático? —murmuró César, mirando el cartel de entrada que rezaba: “Nuestros animales no producen: se expresan.”
    
    Cristina, que se había puesto las gafas de sol aunque era un día nublado, soltó una risita al leer el cartel a su vez.
    
    —Creo que los caballos tienen sesiones de autoexploración los viernes —añadió—. Y las gallinas están sindicadas.
    
    Entraron. La monitora que los recibió tenía espesas rastas en el pelo y un tono de voz que parecía recién salido de una meditación ...
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