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LNE (3). Unicornios en modo combate
Fecha: 08/11/2025, Categorías: Grandes Series, Autor: Schizoid, Fuente: TodoRelatos
... esperando toda la tarde. La penetró de una sola embestida, profunda, haciendo que ella soltara un gemido ronco contra el cemento. Sin dejarle ni respirar, ni reajustar su interior a la repentina invasión, César empezó a empujar rítmicamente, satisfecho por la respuesta dócil, mojada y dúctil del coño de Marian. Separó los cachetes con ambas manos, viendo su polla entrando y saliendo con un sonido húmedo, y miró el pequeño ano de Marian, rosado y algo menos virgen que antes. “Te libras porque tengo prisa…”, pensó César, y como si le hubiese leído el pensamiento Marian se giró y le dijo, entre jadeos. -No te emociones… aún me arde un poco… César se concentró en las embestidas, y comenzaron a moverse al ritmo del eco de sus cuerpos, con el sonido de la piel chocando, el jadeo compartido, el temblor de las piernas. Marian se aferró al muro, arqueando la espalda, sintiéndolo llenarla una y otra vez, cada vez más rápido, más hondo, y trató de sofocar los gemidos y los gritos en su garganta al sentir su coño desbordarse, hervir, inflamarse al compás de aquel émbolo que amenazaba con clavarla a la pared como otro poster más. -Ay… dios… me voy a… correr… - mitad susurró mitad gimoteó, y no puedo evitar lanzar un gemido largo cuando el orgasmo les alcanzó —primero a ella, con un estremecimiento violento que le sacudió las piernas y casi hace que desmoronase y después a él, empujando hasta el fondo con un gruñido bajo, sosteniéndola a base de pollazos enérgicos y ...
... palmadas en las nalgas, que resonaban en el vacío con un eco peligroso. Poco a poco, el silencio volvió a apoderarse de la sala. Solo el goteo de una vieja cañería y el zumbido distante de una mosca rompían la quietud. Él apoyó su frente sobre su hombro, aún jadeando. Ella sonrió, con el rostro apoyado de lado contra la pared, sintiendo el sudor y el rugoso tacto del cemento en la mejilla. —Nunca pensé que una sala de ordeño pudiera ser tan... inspiradora. *** A mediodía, se desplegaron mantas para el picnic. C intentó ayudar, pero el mantel que trajo tenía dibujos de llamas con gafas de sol, lo que causó un revuelo entre los niños. —Papá, tu manta es famosa —dijo su hijo, orgulloso. —Gracias, hijo. Siempre quise que mis decisiones textiles se viralizaran. Mientras los niños comían, Lluvia trataba de mantener la compostura, con esa sonrisa perturbadora suya, ayudada por una voluntariosa Marisa. Inés vigilaba que César no repartiera yogures caducados, lo cual era imposible porque se había olvidado por completo de traer los yogures. Marian, armada con frutas cortadas y zumos, lucía como la madre ideal de un catálogo nórdico. Aunque fuese cántabra. Los niños se pusieron a cantar. Una cabra se subió a una mesa. Y alguien perdió una zapatilla en un gallinero. En medio de todo, C suspiró. No sabía si estaba en una excursión o en una comedia coral sobre sus errores pasados. Pero, por un instante, cuando Inés le pasó una servilleta sin decir nada, cuando su hijo ...