-
LNE (3). Unicornios en modo combate
Fecha: 08/11/2025, Categorías: Grandes Series, Autor: Schizoid, Fuente: TodoRelatos
... —preguntó él, alargando el brazo, su voz ronca como un secreto. Ella asintió, sin romper el contacto visual. El calor no venía solo del veranillo de San Martín. —Te gusta provocar, ¿eh? —dijo ella, inclinándose hacia él, dejando que el escote hiciera lo suyo. —¿Y tú no? —respondió C, deslizándole la copa, sin apartar los ojos de su boca. Marisa se rio, un sonido bajo y suave, y dio un sorbo antes de dejar la copa en la mesa. El salón, con sus cortinas a medio cerrar, tenía una penumbra íntima. Todo era tan fácil con él. Tan ligero. Pero ahora, había algo más. Un deseo que no era nuevo, solo más fuerte. Más impaciente. Cuando él se acercó, no lo detuvo. Sus labios rozaron los de ella con una lentitud que hizo que su estómago se apretara. César no besaba. Exploraba. Jugaba. Y Marian, con su cuerpo lleno de hambre, respondió con todo lo que tenía. El primer beso fue suave. El segundo, no. Las manos de él se deslizaron por su cintura, y la apretó contra su cuerpo con un deseo voraz apenas contenido. Marisa se dejó llevar, su respiración acelerándose mientras las caricias se volvían más atrevidas, más profundas, y en un santiamén se vio desnuda, indefensa, entregada de nuevo. César la recostó sobre el sofá, sus labios deslizándose por su cuello, sus hombros, dejando un rastro de fuego en cada centímetro cuadrado de su piel electrizada. Ella cerró los ojos, arqueando la espalda al sentir las manos de él en sus pezones, amasando, pellizcando, masajeando ...
... lentamente. —Hoy voy a comerte entera… Marisa lo miró. Y por un segundo, lo vio como realmente era: un canalla encantador. Pero también alguien que sabía leer su deseo sin juzgarlo. Sin apresurarse. Sin reducirla. Ella asintió, respirando hondo, y ahogo un gemido cuando él atrapó un pezón durísimo entre los dientes y empezó a chupar. —Entonces… hazlo —dijo, algo insegura, con una voz que le temblaba un poco—. Pero hazlo bien. Se separó de sus tetas y la miró a los ojos con esa sonrisa peligrosa que la había conquistado desde el primer día. La atmósfera en la habitación se había vuelto casi líquida, cargada de deseo y promesas no verbalizadas. Marian sentía cómo la piel le ardía. Era una mujer acostumbrada a su cuerpo, a su deseo. Pero esa noche era distinta. Esa noche no estaba solo cediendo control… estaba cruzando un umbral real. Intenso. Y sentía su coño deshacerse en humedad y su culo latir de impaciencia e inquietud. Él lo notó en su mirada, en la forma en que su cuerpo vibraba bajo sus manos. No era solo deseo lo que ella le ofrecía, era confianza. Y eso le excitaba más que cualquier cosa. —¿Estás segura? —preguntó C, deteniéndose apenas, sus dedos acariciando sus caderas, su vientre, su monte de Venus. Marisa asintió, mordiéndose el labio. —Sí. Pero quiero que lo hagas lento. Que me sienta... llena, no rota. El otro día casi me partes en dos. César tragó saliva. Esa mezcla de dulzura, poder y entrega en ella le desarmaba más de lo que estaba ...