Su última adquisición, Cap. 9 - Relatos Eróticos

Su última adquisición, Cap. 9

Capítulo Nueve

Algunas semanas después…

En los días siguientes, Emily firmó varios documentos, autorizaciones y poderes notariales que pusieron todas las decisiones sobre su vida en manos de su esposo. Todo para preparar el divorcio inminente. Pensarlo la desgarraba de emoción, brutalmente, al mismo tiempo que su deseo físico se intensificaba al comprender lo que significaría ese tipo de cambio.

Tras el frenesí inicial que rodeó la disolución de su matrimonio, reinó una tranquilidad generalizada, un tiempo de paz en el que apenas se hablaba. Vivía con su esposo como sirvienta y esclava, durmiendo con él solo cuando él la deseaba. El resto del tiempo, él entretenía alegremente a sus otras esclavas, o mejor dicho, ellas lo entretenían a él. Emily aprendió que su deber era simplemente obedecer, serem, la esclava, la propiedad inferior y degradada de su amo. A menudo la ataba a la cama por la noche o la obligaba a meterse dispositivos en el coño y el culo durante el día en el trabajo. A cada paso, le recordaba su nueva situación. Incluso con sus amigos, que no lo sabían, los ingeniosos artilugios de su amo le producían una lasciva lujuria física, dándole a veces un aspecto sensual, casi terrenal. Al mismo tiempo, se mantenía cauta y evasiva sobre las razones de ello.

"¿Estás bien?" le preguntó su amiga Kate un día durante el almuerzo. Hacía semanas que no salía del instituto.

"Creo que me voy a trasladar," dijo con calma, preguntándose cómo respondería ...

... Kate.

"¿En serio?"

"Creo que Justin y yo nos vamos a divorciar".

"¡Qué!"

No respondió.

"¿Cuándo pasó eso?"

"Hace poco. Aunque no me sorprende. La vida cambia."

Kate, asombrada, se inclinó sobre la mesa, derramando el café, apenas capaz de tocar el trozo de pastel Boston Cream recién hecho que acababan de ponerle delante. "¿Qué te pasa? ¡Te lo estás tomando con mucha indiferencia!"

Emily se comió el pastel sonriendo, mientras se retorcía en el consolador que le atravesaba el culo, agradecida por la suave seguridad que le proporcionaba el dispositivo.

"Si lo supieras todo, Kate, lo entenderías," respondió con dulzura.

"Pero no me lo vas a contar todo. Veo esa mirada evasiva en tus ojos."

"Necesitaba un cambio, cariño. No soy la persona que creía ser. Ojalá pudiera explicártelo todo. Pero quería advertirte. Incluso mi trabajo podría cambiar..." dijo su intuición. La rápida transformación de su vida solo apuntaba a esta posibilidad.

Kate vio el cambio, y todos los demás también lo vieron al descubrir una flor sensual floreciente donde antes solo había follaje sin adornos. Al florecer, la pasión afloró en ella. Nadie pudo evitar ver la alteración en su carácter y comportamiento, aunque nadie comprendiera la verdadera razón.

"¿Lo vas a dejar?" preguntó Kate.

"Mmm, quizás."

"Estás hablando con acertijos, Emily."

"Es como la vida, ¿no crees?" La sonrisa que se ensanchaba en su rostro era casi traviesa y deliciosamente empalagosa. A diferencia de ...