Su última adquisición, Cap. 9 - Relatos Eróticos

Su última adquisición, Cap. 9

... segundo desconocido, el camarógrafo, preparó el video, se unió al otro hombre, explorando sus partes íntimas con la misma autoridad.

Cuando los dos retrocedieron, la guiaron para que adoptar poses como si hubiera una cámara fotográfica tomando una foto de cada postura ordenada.

“Las manos a los lados,” ordenó Jon.

Fácil. Se irguió como una flecha, aliviada de no tener manos encima.

"Ahora, ponte de espaldas." continuó el Dom.

La cámara se encendió.

"Date la vuelta y enseña el culo," el segundo tipo hizo un círculo con el dedo como ejemplo. "Inclínate y abre la raja".

La humillación la hervía por dentro, pero con su cuerpo, no su mente, al mando, le dio lo que quería.

“Ahora en cuclillas.”

Esta hazaña fue más difícil, y al instante le puso las rodillas en apuros. Le dolían los tobillos y temía no poder mantener el equilibrio.

“Las manos detrás de la cabeza,” otra orden rasgó el aire.

Su equilibrio no pudo evitar flaquear, pero logró mantenerse erguida.

“Y date la vuelta.”

¡Date la vuelta! ¿Cómo era posible? De puntillas, con las rodillas abiertas, su equilibrio era precario.

Contuvo la respiración mientras buscaba alguna forma de protestar, pero no se le ocurría ninguna salida a este terror.

“Muévete,em.” Era Dylan Kincaid hablando.

Con el coño abierto y húmedo, y cada músculo de las piernas ansiando alivio, caminó lentamente como un pato hasta que estuvo frente a la cámara, y esos cuatro pares de ojos agotadores.

“Ponte de ...

... pie,” le ordenó el larguirucho Dominante. No había forma elegante de levantarse de su posición, así que lo hizo lo mejor que pudo, manteniendo la mirada baja y sumisa, y el ánimo sereno. Su pánico se estaba calmando. No había razón para ello. Quizás estaba adaptándose al espíritu de la ocasión, o simplemente estaba demasiado aturdida para sentir nada.

"En el taburete."

¿Qué taburete? quiso saber su mente desconcertada, hasta que recuperó el equilibrio y miró hacia abajo para ver un reposapiés acolchado con botones frente a ella. El asiento bajo la encorvó casi tanto como la sentadilla de la que acababa de recuperarse. Al menos tenía la comodidad del cojín para apoyar el trasero. Y aunque tenía los muslos casi entumecidos, se tomó un momento para relajarse.

"El tatuaje aquí." Los hombres estaban detrás de ella —todos menos Dylan Kincaid— con los dedos jugueteando en su hombro, señalando su espalda y presionando contra su piel como si estuvieran decidiendo algo importante. Al parecer, lo estaban.

La insignia del Gremio estaría tatuada en lo alto, entre los omóplatos.

"Cualquiera que vea esto sabrá quién eres por el tatuaje," tuvo la cortesía de decirle Dylan. "Tu amo ha elegido la marca de esclava incondicional, lo que significa que tiene una gran confianza en ti como posesión obediente."

Esclava.

Posesión.

Marcada.

Tatuada para siempre.

Categorizada.

Clasificada.

El cuerpo deem se estremeció y le picó mientras las agujas le marcaban los poros ...