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La Vecina es la Perra de la Fiesta
Fecha: 10/11/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: el Bardo, Fuente: TodoRelatos
MI TÍA, LA ESTRELLA DEL PORNO XV Eran cerca de las doce del día cuando sonó el timbre de la casa y Romina Reyes dejó de sacar vasos de una pequeña bodega que tenía frente a la cocina, que se disponía a limpiar para la noche, para ir rápidamente a abrir la puerta. Dijo que llegaría a las doce del día y estaba cumpliendo. Con su coleta negra brillante amarrada balanceándose, la mujer abrió la puerta y se encontró con la primera sorpresa: Cristina Suárez lucia radiante. ¿Se podría hablar de felicidad? Quizás, aunque no se atrevía a asegurarlo, pero era sin ninguna duda una Cristina diferente de la que se despidió hace unos tres años atrás durante una corta estadía en Valdivia. -¡Cristina! -Incluso ella sonrió de una manera que había olvidado hacer desde que descubrió la infidelidad de su marido. Cristina tenía 35 años, dueña de unas bonitas y excesivas curvas. Sería algo injusto tratarla de gorda, pero si entraba en esa categoría de gordibuena. Su cabello seguía luciendo ese rubio cobrizo bien cuidado, hermoso y brillante, sus ojos café claro parecían más relucientes, sus grandes tetas algo caídas eran muy apetecibles y su culo era de los grandes beneficiados por su exceso de curvas. Vestía una sencilla camiseta de color verde oscuro y unos jeans. -Romina, ¡tanto tiempo! -Ambas se fundieron en un abrazo. O sea, siempre se llevaron bastante bien, eso no era ningún secreto. Pero ambas personalidades estaban lejos de la efusividad demostrada en la entrada de la ...
... casa número cuatro. A ella la recordaba como una dama de hierro, incluso con su pareja y su hijo, era una mujer extremadamente estricta y, para ser justa, podía seguir siéndolo... simplemente es que ella no se esperó jamás lo radiante y sonriente que se veía. -¡Los niños! Ambos pequeños miraban con cierta cautela desde la esquina que conectaba ambos pasillos, el principal con el que llevaba las escaleras. Pero Cristina los invitó a saludarla e incluso sacó sendos paquetes con regalos desde las bolsas que traía consigo. Eran varios juguetes, autitos para él y un par de muñecas para ella que ambos agradecieron saltando de alegría. Fue Romina las que les tuvo que pedir que hicieran algo de silencio por el escándalo de los regalos. -¿Y Simón? -Romina soltó un bufido. -Me dijo que se quedaría trabajando hasta un poco más tarde hoy, pero... no sé, quizás ya debe andar con sus amigotes. Así que almorzaremos solo nosotras. -Es trabajólico tu marido. Quizás eso era lo que más le encantaba de Cristina, desde que la conoció por primera vez. Habían pasado sus buenos años y la primera vez que Romina interactuó con la familia de su marido le pareció que ella era más prima suya que de él. Había aprecio, ella lo entendía por ser primos hermanos, pero estaban lejos de una especial cercanía, aunque todo estaba dentro de un marco de cordialidad porque Cristina era la hija del tío mayor de Simón y ahí había cierto respeto. Pero una vez que ambas mujeres se conocieron, Romina ...