La Vecina es la Perra de la Fiesta - Relatos Eróticos

La Vecina es la Perra de la Fiesta

... nadie afuera -Contrario a su pensamiento, a Romina le dio la impresión de eso le agradaba a la prima de su marido- Compañeros de su trabajo, compañeros de la Universidad, otros compañeros del colegio, algunos quizás lleguen con sus parejas o esposas... incluso vendrán vecinos.

-¿Vecinos?

-Si, cree que si los invita puede tener carta blanca para poner música fuerte y esas cosas. No espero que vengan todos, pero si asistirán un par... creo.

***

Romina Reyes utilizaba un vestido negro de una pieza, algo ajustado a su cuerpo y algo corto, pero que le cubría bastante bien todo. Ese grueso sostén, también negro, mantiene bien firme y paradas sus grandes tetas, esas sandalias con taco negras le dan algo de altura y ese peinado con coleta, que parece un lengüeteado, luce brillante. Además, ese maquillaje le quedaba precioso y ella se sentía realmente hermosa esa noche, pero no podía ocultar su expresión de hastío.

Sabía que vendrían una buena porción de los colegas de su marido, pero realmente no esperaba que fuera todo el piso en donde trabajaba. Podía asegurar que con varios ni siquiera hablaba y por ahí andaban, pululando, bebiendo y comiendo, sonrientes. Pero lo que estuvo a punto de hacer que perdiera los estribos es que la secretaria, Camila, esa rubia de gran culo, ingresó por la entrada principal de su casa acompañada de su marido y unos cuantos colegas más: su círculo de hierro. Todo el grupete venia sonriente, soltando carcajadas y apenas la miraron una ...

... vez que ya estaban dentro de la casa.

“Bueno, por lo menos dejaron a esa niñita practicante afuera” se dijo Romina, viendo el vaso medio lleno. Todavía tenía pesadillas con ese rostro hermoso de la practicante.

A la dueña casa lo que le pareció un poco el colmo es que Simón no se detuviera demasiado en su prima, a quien no veía hace tres años. Conversaron un poco, se pusieron al día, se preguntaron por cual y tal primo o tío y luego sus caminos se separaron. Dejándola sola mientras volvía con sus amigotes. Romina fue en su rescate agradeciéndole una enormidad que la ayudara con los vasos, a servir algunos snack o a traer algunas botellas de espumante, cerveza, vino y algo de whisky desde la pequeña bodega frente a la cocina.

No tenía idea de si todo eso fuera a alcanzar. Afortunadamente los compañeros de la Universidad no eran tantos y los del colegio eran aún menos, pero no esperó encontrarse con una casa llena de abogados compañeros de su marido.

“Está bien que sea el cumpleañero, pero no es un niño” recordó que le dijo Cristina y, bueno, ahí estaba, sintiéndose como la madre de ese niño.

No tuvo demasiado tiempo en molestarse con la presencia de esa secretaria de ojos claros, delgada y de culo enorme. Debía tener todo en orden para que la fiesta de cumpleaños continuara el orden adecuado. Pero no podía evitar notar que algunas de las invitadas, todas pertenecientes a la firma de su marido, fueran algo cariñosas con él. Simón posaba su mano en las cinturas de ...