La sumisión de Claudia, Cap. 8 - Relatos Eróticos

La sumisión de Claudia, Cap. 8

... dinero y arrojó su cuerpo en alguna parte.”

"¿Pero… como puedes estar seguro?"

Un suspiro cruzó la distancia. "Estoy seguro. Eso es todo."

“¿Pero qué crees que puedo hacer yo? En cualquier caso es un tema policial.”

“Estaba pensando que tal vez si vinieras aquí podrías descubrir algo. Estoy al borde de la desesperación, Red. Cada minuto que pasa significa que quienquiera que lo haya hecho tiene más posibilidades de salirse con la suya.”

Podía notar en su voz la frustración y la ira. No sabía qué hacer o decir.

“Sam…”

“¿Sí, Red?”

“No puedo… realmente me gustaría ayudar, pero no puedo. Es algo de lo que debería ocuparse la policía.”

"No lo harán," había amargura en la voz de Sam. "Todos creen que ya saben lo que pasó."

"Entiendo. Pero… ni siquiera tengo licencia para trabajar en ese estado. Si saliera a la calle y empezara a husmear, me detendrían.”

“No había pensado en eso.”

“Lo siento, Sam. De verdad."

Suspiró de nuevo. “Lo sé, Red. Pero estoy intentando todo lo que se me ocurre. No consigo llegar a ninguna parte. ¿Estás segura de que no podrías hacerlo de todos modos?”

“No, Sam, no puedo. Tengo que administrar mi negocio aquí e incluso si me fuera, no hay nada que pudiera hacer sin alguna… cobertura oficial.”

“Te echo de menos, Red. Te echo mucho de menos ahora mismo.” Había verdadero dolor en su voz y no era sólo porque la echara de menos, estaba segura.

"Yo también te echo de menos," respondió ella. “Pero… no puedo. Lo ...

... siento mucho…"

“Lo sé, Red… está bien. De todos modos, esto era solo una posibilidad remota.”

"Desearía poder ayudar…"

“Bueno…” Ahora solo sonaba cansado. “Echa un vistazo al correo electrónico, Red. Es un poco largo, pero expone todos los detalles. Tal vez puedas ver algo que se nos haya escapado a todos los demás.”

"Lo haré, Sam." Él no dijo nada y por un momento pensó que había colgado. “¿Sam?”

“Estoy aquí, Red. Simplemente estoy agotado. No he dormido mucho los últimos días.”

Pensó como contestar. Si estuvieran juntos, podría tomarlo en los brazos y las palabras no serían tan necesarias. Pero estaban muy, muy separados.

“¿Era un buen amigo tuyo?”

“Uno de los mejores, Red. Realmente quiero atrapar al hijo de puta que lo hizo.”

Ahora había un tono de rabia en su voz. Era una ira fría y profunda. Le recordó una de sus primeras impresiones de él, años atrás, de que era un hombre capaz de ejercer la violencia. Había sido una de las cosas que ella había encontrado tan poderosamente atractiva en él. Ahora la hizo temblar.

“Ten cuidado, Sam. Si tienes razón en todo esto, quienquiera que lo haya hecho podría intentar matarte a ti también.”

"No es tan fácil matarme, Red." Hubo una pausa y le oyó suspirar. "Me tengo que ir," dijo. "Estaremos en contacto."

“¿Sam?” soltó ella antes de que él pudiera colgar.

"¿Sí?" La ira había desaparecido de su voz. Ahora sólo parecía cansado.

“Ten cuidado, Sam. Prométemelo."

“Seré todo lo cuidadoso que sea ...