La sumisión de Claudia, Cap. 8 - Relatos Eróticos

La sumisión de Claudia, Cap. 8

... necesario, Red. Te lo prometo."

Hubo un clic. Había colgado.

Dejó el teléfono en el soporte y se reclinó en la silla. ¿Por qué no había podido decirle lo que realmente quería decirle?

En sus años en la policía, había entrado en contacto con una docena de personas que habían matado a alguien. Se dividían en dos categorías. La mayoría de ellos se habían sentido devastados una vez que se dieron cuenta de lo que habían hecho. Éstos eran los que habían matado, sin pensar, en un ataque de ira o pasión.

Había uno, sin embargo, que no parecía en absoluto perturbado por ello. La única emoción que había mostrado durante el interrogatorio había sido aburrimiento. Sus ojos eran planos y carentes de emoción, y le recordaron a una cobra que había visto una vez en el zoológico.

Esperaba que quienquiera que fuera el "hijo de puta" al que Sam perseguía, no fuera como el de los ojos de cobra. Contra una criatura como esa, ni siquiera Sam tendría muchas posibilidades.

Desde luego, también era posible que la policía tuviera razón y Sam estuviera equivocado y que su amigo se hubiera escapado con el dinero.

Se levantó y empezó a andar. ¡Maldita sea! Le había soltado todo esto encima y ahora ella no iba a dormir en toda la noche.

Dejó de andar. ¿No dijo que le había enviado un correo electrónico? Se apresuró a regresar al ordenador. Puede que no fuera lo mismo que tenerlo aquí, y ni siquiera era lo mismo que escuchar su voz por el teléfono, pero al menos era algo de ...

... Sam.

Solo había un mensaje de 'unclejack01'. Por costumbre, primero eliminó todos los correos electrónicos no deseados. También había un mensaje de Dianne, pero llegaría a ese más tarde. Finalmente, hizo clic en el mensaje de Sam y se recostó para leerlo.

Lo leyó dos veces. Sólo exponía los hechos, sin especulaciones por parte de Sam. Su amigo… no daba su nombre… había estado a cargo de la contabilidad y la nómina de un gran proyecto de construcción. El pago era mensual y siempre en efectivo. Llegaba en un camión blindado el día antes de la fecha prevista. Al día siguiente, día de pago, los trabajadores acudían a la oficina al final del día y recibían la paga. Cada hombre tenía que firmarlo en persona. Aparentemente, para esta parte de la operación, el amigo anónimo de Sam contaba con ayuda administrativa. Había un ayudante de contabilidad y un par de empleados. El amigo de Sam había desaparecido la noche antes del día de pago, junto con su coche y algo así como medio millón de dólares en efectivo.

Echó un trago de vino. Dicho de esa manera, no era sorprendente que la policía pensara que se había escapado con el dinero. Después de que el camión blindado entregaba la nómina, siempre se guardaba en una gran caja fuerte, bajo la mirada de los guardias del camión. El amigo de Sam era el único que tenía la combinación de la caja fuerte, y la caja fuerte no había sido forzada. Parecía bastante sencillo. ¿Podría ser que Sam simplemente no podía creer que un viejo amigo suyo pudiera ...