1. Julia, la farmacéutica (2)


    Fecha: 19/11/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Jano, Fuente: CuentoRelatos

    Es por la tarde y acudo a la farmacia. No hace falta que te diga que únicamente voy para ver a la farmacéutica. Desde ayer que he estado pensando todo el rato en ella. Creo que me estoy enamorando. Y que a ella también le gusto. Si no, ella no hubiera permitido que ayer… Aunque es una mujer casada.
    
    -Hola, ¿usted de nuevo por aquí?
    
    -Buenas tardes, señor Boscos.
    
    -¿Qué querría?
    
    -Yo… esto… ¿no está Julia?
    
    -Sí, está ahí dentro, atendiendo a un cliente.
    
    -Ah, ya. Vale.
    
    -Ya le sirvo yo. ¿Qué necesita?
    
    -Bueno, es que… yo… ayer…
    
    -Julia le miró la presión arterial –exclama sonriendo.
    
    -Sí, y… bueno… hoy…
    
    -Ella dijo que usted la tenía perfecta.
    
    -Ya, sí, pero… bueno…
    
    -¿Quiere que le volvamos a controlar la tensión?
    
    -Sí, sí. Pero ya me espero a que Julia…
    
    -Entiendo, vale. Pues siéntese allí mientras atiendo a los otros clientes.
    
    Al cabo de unos diez minutos, por fin aparece Julia, junto a un señor bastante mayor.
    
    -Vale, señor Rodrigo, pues quedamos así, hasta la semana que viene.
    
    -Sí, Julia, eres un sol.
    
    -Me gusta complacer a los clientes, señor Rodrigo.
    
    -¡Y a fe que lo consigues! Gracias y hasta el miércoles, guapa.
    
    -¡Adiós, señor Rodrigo! ¡Oh, hola, don carpintero!
    
    -¡Hola, Julia!
    
    -Este caballero lleva un buen rato esperando. Es que has tardado mucho con el señor Rodrigo, Julia.
    
    -Ya, bueno, sí, pero es que él es muy mayor y… ya sabe, don Boscos.
    
    -Entiendo, pero, ya ves. Hay mucha cola. Antes de atender al ...
    ... carpintero, tendrás que despachar conmigo a los otros clientes.
    
    -Sí, sí, claro, don Boscos, lo que usted diga. Don carpintero, usted viene para que le mire la presión ¿verdad? –me guiña un ojo pícaramente.
    
    -Bueno, yo…
    
    -¿No le importará esperar un ratito, verdad? Después le atenderé muy bien –se pasa la lengua por los labios. Yo me ruborizo y noto una erección.
    
    -Me espero, me espero. Haga, haga Julia.
    
    Después de más de un cuarto de hora, solo quedan dos clientas por atender.
    
    -Don Boscos, ¿le parece bien que vaya ahora con el señor carpintero a… mirarle la presión?
    
    -Sí, sí, muy bien, Julia.
    
    Entramos a la salita por la puerta al lado del mostrador.
    
    -Estaba deseando que viniera, don carpintero.
    
    -¿Ah, sí? ¿De verdad, Julia?
    
    -De verdad. Mire dónde tengo la braguitas. –se las saca del bolsillo y me las enseña– Huélalas, don carpintero.
    
    Y sí, claro que las huelo. Están muy húmedas y sin duda huelen a su chichi sabroso.
    
    -¿Quiere lamerlas, don carpintero?
    
    -¡Sí, sí, por supuesto! –las lamo y las beso y las vuelvo a oler y a lamer. Saben a ambrosía.
    
    -Bueno, ¿y qué desea? ¿Qué le mire la presión como ayer? –se desabrocha los primeros botones de la parte de arriba de la bata y va descubriendo su irresistible escote.
    
    -Ayer me encantó. Solo he pensado en ello toda la noche y todo el día, Julia.
    
    -Sí, ya vi que le gustó –sigue desabrochando botones y muestra el ombligo y ya el pubis y… sí, se abre la bata completamente y me lo enseña todo– Pero debo ...
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