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El círculo. Cap.37. La calma que es guerra
Fecha: 20/11/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Ixchel Diaz M, Fuente: TodoRelatos
... pegada en la garganta. El foco del techo titilaba con una resistencia cobarde, revelando pedazos: la sábana tirada, un condón usado sobre la mesa, un vaso con residuos de Sprite y algo blanco flotando, y en medio… el cuerpo de Ximena. Estaba desnuda de la cintura para abajo, con una camiseta larga que alguna vez fue blanca. Los labios morados. Los ojos apenas entreabiertos. Una pierna doblada de forma imposible. Una mano cerrada como si sujetara algo que ya no estaba. El maquillaje corrido, no por llanto, sino por la noche. No había música. No había llanto. Solo el zumbido del ventilador y las cámaras de los peritos parpadeando en silencio. Un hombre joven —veintitantos, flaco, tatuado, esposado al respaldo de una silla— sollozaba sin hacer ruido. Era el dealer. O eso decía su mochila. Tenía las uñas sucias. Un moretón reciente en la mejilla. Y un hilo de sangre seca en la nariz. El policía que lideraba la escena no era nuevo. Había visto esto antes. Varias veces. Pero esta vez, algo le pesaba. No sabía qué. Tal vez el gesto en el rostro de la muchacha. No parecía drogada. Parecía… rendida. Como si hubiera dicho basta. Y el cuerpo obedeciera. Tomó el celular de la mesita. Lo desbloqueó con la huella de la muerta. Escarbó entre contactos. Uno destacado. Sin nombre. Solo un emoji: un cisne Marcó. La llamada tardó cinco tonos en responder. —¿Sí? —¿Usted es familiar de Ximena Ortega? —preguntó el oficial, con la voz grave, neutral. Pausa. —Sí. Soy ...
... su papá ¿Quién habla? —Soy el oficial Francisco Paz, Policía de Investigación de la Ciudad de México. Disculpe la hora. —...Dígame. —Lamento informarle que encontramos un cuerpo… creemos que podría tratarse de su hija, Ximena Ortega González. Estamos en el Motel Noche Azul, Iztapalapa. Cuarto veintiséis. Hay una identificación en la bolsa. Silencio. Solo respiración. Luego, muy bajo: —¿Está muerta? —Sí, señor. Otra pausa. Más larga. —¿Cómo? —Sospecha de sobredosis. Hay indicios de abuso, pero no hay señales de violencia directa. No queremos especular. Ya se dio aviso al MP. Un clic seco. Algo se rompía del otro lado. Vidrio. Madera. Voz. —...¿Está sola? —Sí. El sujeto que estaba con ella está detenido. Ella portaba identificación completa, pero lleva su celular. Encontramos fotografías recientes. El cuerpo lleva varias horas sin vida. —¿Horas? —Sí, señor. Del otro lado, nada. Silencio absoluto. —Estoy en camino —dijo Damián. Pero no colgó. El policía esperó. Damián respiró una vez, dos, y luego: —No le digan a nadie. A ningún medio. A ningún forense externo. Dígales que es una menor sin identificar. Sin apellido. Por ahora. —Entendido. —¿Está…? —la voz de Damián se quebró apenas— ¿Está… presentable? El oficial dudó. No quería mentir. —Está… en paz, señor. No hay signos de lucha. Parece que solo... se apagó. Un murmullo imperceptible. Como si Damián hubiera repetido esas últimas palabras para sí. Se cortó la ...