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Compañeros - Capítulo 23: La mirada de Carlota
Fecha: 22/11/2025, Categorías: Grandes Relatos, Autor: nowbly, Fuente: TodoRelatos
... libre juega perezosamente con mi pelo húmedo—. Duérmete, princesa. Mañana… hablamos. No sé si llego a responder. Un sueño dulce y denso me envuelve de golpe, acunada por el sonido firme del corazón de Samir bajo mi oreja. Me dejo arrastrar, sintiéndome saciada, sucia y feliz. El amanecer me despierta filtrándose tenue por los ventanales. Parpadeo desconcertada unos segundos, hasta que la memoria de la noche vuelve como avalancha: los dedos de Samir dentro de mí, su voz mandona diciéndome guarradas al oído, su cuerpo poderoso haciéndome suya… Me remuevo, notando agujetas deliciosas en cada rincón: las piernas me pesan, tengo el cuello con marcas rojas de sus besos y mordiscos, y entre mis muslos siento un leve dolor sordo mezclado con el cosquilleo de haber sido follada bien. Samir duerme a mi lado, boca arriba, respirando lento. Lo contemplo en silencio unos instantes: parece casi inocente con la expresión relajada, pero sé la clase de demonio sexual que es en realidad. Y vaya si me gustó. Sonrío para mí, desperezándome con suavidad para no despertarlo. Me levanto con cuidado de la cama. Mis pasos descalzos casi no hacen ruido sobre el mármol. Busco mi vestido, que encuentro tirado cerca de la puerta (junto con mis bragas desgarradas, que obviamente ya no sirven). Me lo pongo sin nada debajo; el tejido se siente frío contra mi piel recién caliente de dormir. Recojo mi bolso y me acerco un momento a la mesilla, donde hay papel del hotel y un bolígrafo. Decido ...
... dejarle una notita breve: “Gracias por una noche inolvidable ;) - C.” La dejo apoyada junto a la botella vacía de champán. Antes de marchar, dirijo una última mirada a Samir. ¿Debería despertarlo? Pienso en despedirme propiamente, pero casi prefiero este halo de aventura anónima, de irme como Cenicienta tras el baile prohibido. Además, parte de mí prefiere evitar la típica conversación de “¿nos veremos de nuevo?” Sé que esto ha sido un one night stand explosivo y ya. Mejor mantenerlo así: perfecto en su burbuja. Salgo de la suite con sigilo y llamo al ascensor privado. En el espejo del ascensor, mientras bajo, me observo: Tengo los labios un poco hinchados de tanto besar, y alguna marca violácea asoma en mi cuello. Me recojo el pelo en un moño despeinado para disimular. La cara, sin embargo, me brilla de satisfacción. Parezco la definición de “me echaron un buen polvo”, pienso divertida. Nadie en el lobby a estas horas de la mañana sabe qué he hecho, pero en mi sonrisa se nota algo. Al pisar la calle, el aire fresco me espabila del todo. Un torrente de emociones mezcladas me recorre: me siento físicamente agotada pero mentalmente eufórica. Y sí, un poquito culpable quizá, pero la culpa se ve eclipsada por la felicidad sucia que inunda cada poro de mi piel. Estoy usada, sí, bien usada, y me encanta. Alzo la mano y paro un taxi para volver a casa. El conductor me mira por el retrovisor con curiosidad al ver mi atuendo de fiesta a las siete de la mañana, pero no dice ...