Compañeros - Capítulo 23: La mirada de Carlota - Relatos Eróticos

Compañeros - Capítulo 23: La mirada de Carlota

... voz áspera.

Contengo el aliento. Miguel nunca me había hablado así directamente, salvo aquella noche loca con Paolo. Su atrevimiento me humedece un poco. —Sí —digo mordiendo mi labio—. Como a una puta. Y me encantó.

—Joder, Carlota… —Miguel deja escapar un suspiro tembloroso—. Me estás poniendo cachondo a distancia, ¿sabes?

Una risita se me escapa. —Bueno, bueno… guarda energías, que esta noche a lo mejor las necesitas…

—¿Ah sí? —Su tono se enciende de curiosidad—. ¿Qué tenías planeado, diablilla?

Cojo aire, anticipando su reacción. —Pues… verás, Dani y yo ya teníamos plan de ver peli y sushi hoy. Pero se me ocurrió: ¿y si os venís tú y Luis? Hacemos plan de cuatro… —Dejo la sugerencia en el aire deliberadamente.

Miguel tarda un par de segundos en pillar. —¿Quieres decir… los cuatro cuatro? —Su voz sube con incredulidad—. ¿Rollo Formigal 2.0?

Me río. —Exactamente. Daniela tiene muchas ganas de ver a Luis… y bueno, tú y yo siempre tenemos ganas. —Me encojo de hombros aunque él no me vea—. Pensé que podría ser guay repetir… ya sabes, lo de la cabaña.

Miguel suelta un sonoro “hostia”. —¿Se lo has dicho ya a Dani y Luis?

—A Dani lo voy a hablar ahora cuando venga. A Luis aún no, supongo que tú podrías tantearlo… —respondo, jugueteando con una hebra de la alfombra. Siento el corazón acelerarse de emoción; solo de imaginar volver a tener a los cuatro juntos en mi casa, me sube una adrenalina traviesa.

—Creo que no hará falta convencer mucho a Luis… ...

... —ríe Miguel—. Él está loco por repetir también, estoy seguro.

—Genial —digo contenta—. Entonces, ¿te apetece?

—¿En serio me lo preguntas? —replica con falsa indignación—. ¡Claro que me apetece! Ya me estaba poniendo celoso de la diversión que tuviste sin mí, tenía mono de Carlota… y de Daniela, qué coño.

Me muerdo el labio al oírlo admitir eso último. Sé que le atrae Dani también; de hecho en Formigal le encantó estar con ella. Y a mí me gustó verlo. La idea de esta noche se hace aún más excitante. —Entonces hecho. Dile a Luis que a las nueve aquí en casa. Tengo la casa vacía, por cierto, no habrá interrupciones.

—Perfecto. —Puedo oír la sonrisa en su voz—. Oye Car…

—¿Sí? —digo, ya levantándome del suelo para empezar a recoger un poco mi cuarto.

—Te adoro, ¿lo sabes? —susurra.

Me detengo un instante, sintiendo una oleada tierna inundarme. —Y yo a ti, bobo. —Sonrío—. Venga, que debo arreglarlo todo. Nos vemos luego, ¿vale?

—¡Allí estaremos! —responde animado. Antes de colgar añade en broma—: Oye, descansa un poco mientras tanto… que luego no quiero que te quedes dormida a mitad de faena, abuelilla.

—¡Calla! —protesto riendo—. Tengo cuerda para rato, Suárez. Ya te lo demostraré.

Corto la llamada con una risita. Me quedo un momento de pie, móvil en mano, dándome cuenta de la realidad: esta noche los cuatro de nuevo. Un hormigueo de puro morbo me recorre. Sí, anoche fue épico, pero presiento que lo de hoy puede superarlo.

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La tarde transcurre ...