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Mónica DELUX (1): Primavera, tres pollas jóvenes y mi culito.
Fecha: 23/11/2025, Categorías: Anal Autor: Monica DELUX, Fuente: CuentoRelatos
... los chicos, era un atajo que nos ahorraría un buen trecho. Todos le seguimos como borregos, sin saber si nos llevaría al corral o al matadero. Pero nos daba igual, ya que la tarde era agradable y nos bastaba bien poco para pasarlo bien. Efectivamente resultó ser un atajo que nos ahorró un buen número de pedaladas campo a través. Al llegar descubrimos que el lugar estaba solitario, lo que suponía que podríamos hacer lo que nos viniera en gana sin molestar a nadie. Nos faltó tiempo para bajar de las bicicletas, quitarnos la ropa y quedar en bañador. Entonces todos me miraron fijamente, embobados y sin decir ni pío. Tal expectación se debía a que yo no había llevado bañador y tenía intención de bañarme en ropa interior. Tuve que explicar que ello se debía que mi madre tenía costumbre de guardar la ropa que no era de temporada, y que cuando le pedí que sacara mi bañador, ella me dijo que tenía muchas cosas que hacer y que ya lo buscaría, que no recordaba dónde lo había guardado. Añadí que lo estuve buscando un buen rato, pero que se me hacía tarde y no quería que se fuesen sin mí. ―¡Mirad!… ¿Os habéis fijado? ―dije y señalé con el dedo hacía el montón donde habíamos dejado la ropa―. La hemos amontonado como si fuese el tenderete de las gitanas en el mercadillo semanal ―añadí y lancé un par de carcajadas. Acto seguido continué con la pantomima que me había sacado de la chistera para desviar la atención―. Me vienen a la memoria ‘la Lola’ y la ‘señá Antonia’ cuando gritan ...
... aquello de “¡Cómplamelaaaas, paaaya, que son mu baratas y tengo seis schurumbeles que alimentaaaal!”. Todos reímos con ganas imaginando aquella escena tan familiar. Y mi treta pareció funcionar porque, acto seguido, salimos disparados hacia el agua, sin valorar las consecuencias de semejante insensatez. Y es que no estaba fría, sino lo siguiente, debido a que manaba de un manantial de aguas subterráneas situado no muy lejos. Durante un buen rato jugamos, reímos, bromeamos y nos miramos disimuladamente unos a otros, algo natural si tenemos en cuenta que habían pasado muchos meses desde el fin del verano y nuestros cuerpos habían experimentado cambios considerables en algunos e ínfimos en otros. Pero, sin lugar a dudas, ellos eran quienes más atención prestaban en nosotras, posiblemente decidiendo a quién se llevarían al huerto, como se suele decir vulgarmente, a lo largo del verano. En un momento dado me percaté de que Íñigo, Pedro y Alonso estaban detrás de mí, a no más de tres metros de distancia. Me giré y pude ver que me miraban fijamente, sin pestañear. En principio decidí ignorarlos, pensando que como siempre estaban haciendo el ganso y proseguí jugando con las chicas, sin dirigirles la mirada. Fue entonces cuando uno de ellos me dijo así: ―Vamos, Moni, no te hagas la estrecha con nosotros, que se nota que tienes ganas. Al escuchar aquella voz tan varonil para su edad, supe que era la de Alonso, el más guapo de los chicos de la pandilla y también el más caradura… ...