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Unos pantalones demasiado cortos; la nena del tren
Fecha: 03/12/2025, Categorías: Hetero Autor: GataMojita, Fuente: TodoRelatos
De pie, junto al muro de la estación, Fausto mira las agujas incoherentes de un gran reloj que sobrevuela su cabeza. Levanta sus cejas, y resopla resignado, ignorando aún la espera que le aguarda. Busca con la mirada el cobijo de cualquier sombra, pero es medio día, y el sol de mayo ejerce su tiranía sin oposición. Mientras su paso titubea, escucha unas voces. Más allá de ese edificio hay un espacio habilitado para aguardar el tren a salvo de la intemperie; una más de tantas novedades que brotan en su pueblo periódicamente. Desde que se fue a vivir fuera, hace ya dieciséis años, cada vez que regresa para ver a su madre encuentra un edificio nuevo, una nueva rotonda o un nuevo negocio. A día de hoy, la casa donde se crio ya no parece estar fuera del pueblo. Se ha construido tanto que Villamar ya ha absorbido su apartada calle a pie de playa. Se trata de un pueblo que antaño fue pesquero. No obstante, con la llegada de los nuevos tiempos, el turismo se ha convertido en su actividad económica principal. Fausto deja su bolsa al lado de un banco de cemento, ya a salvo del acoso solar. A su lado, una voz repite su apellido: "Amador, Amador". Una mujer de dudosa cordura le mira alegremente al tiempo que su madre corrobora su hallazgo. . -Eres el hijo de Gloria, ¿no?- le pregunta esa mujer de pelo blanco. -Sí, pero… … yo no recuerdo quien…- contesta él un poco avergonzado. -Sí. Soy la madre de Juanma. Soy Adolfa. Mi hijo iba al colegio con tu ...
... hermano- . La señora le aclara sus ligeros vínculos mientras la hija sigue constatando sus carencias mentales con impetuosos balbuceos. La situación se vuelve embarazosa. Por más que respete a las personas minusválidas y, más aún, a quienes las cuidan, Fausto siempre ha intentado mantenerse alejado de esta clase de gente que tanto le incomoda. Unas risas, a escasos metros, llaman su atención. Aún siente la escena más violenta cuando se percata de que unos críos se mofan de los desvaríos de la pobre Anna. Adolfa hace oídos sordos, e intenta atenuar las salidas de tono de su hija, la cual parece haberse encaprichado del joven. Por megafonía, una voz femenina anuncia la llegada del tren. Fausto siente alivio cuando la señora usa el aviso como pretexto para encaminarse hacia el andén, a pesar de que ningún sonido constata la veracidad del advenimiento. Seguramente, solo quiera distanciar a su hija de aquella situación. Sea como sea: él no quería sentarse cerca de esas mujeres, y se congratula al ver cómo se alejan más de lo necesario. Gira la cabeza con cierto desprecio hacia esos niños y toma conciencia de sus integrantes. Son cinco: dos chicos y tres chicas. No son tan pequeños como él esperaba. Ellos llevan una peculiar indumentaria veraniega y moderna. Ningún adulto con dignidad se atrevería a vestir de ese modo. Dos de las niñas tienen cierto grado de sobrepeso, y llevan una estética algo más alternativa y muy definida, tirando a gótico, como si necesitaran buscar un ...