Unos pantalones demasiado cortos; la nena del tren - Relatos Eróticos

Unos pantalones demasiado cortos; la nena del tren

... que no transpira fácilmente, el esfuerzo es tan grande que, a estas alturas, incluso teme sufrir un infarto.

Por su parte, Andrea, que había empezado acompañando sus movimientos, ahora solo se ve capaz de mantener su equilibrio frente a los poderosos azotes traseros que la someten.

Su desnudez le resulta más intensa proyectada a través de aquella gran ventana, y ello no hace más que avivar su fuego. Siente la fría piedra bajo su vientre, y sus codos soportando los picos gravitatorios que provocan tan apasionados empujes.

Sus muslos se aplastan, intermitentemente, contra la pared. Nota como esa impetuosa polla se adentra muy hondo en las profundidades de su culo, provocándole una placentera sensación de plenitud.

Vuelve a desatar unos jadeos condicionados por tan frenética actividad; advirtiendo la proximidad de una sensación que amenaza con explotar inundándola de gozo.

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ANDREA: Ya casi… … !Oooh!… … hhh… … Un poco más… … hhh… … !oOoh!

FAUSTO: ¿Te corres?… … !Aaah!… … ¿Te corres ya?

ANDREA: No pares… … !Dale!… … hhh… … daleeeeh… … Daledaledaleh… … !o0Oh!

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Andrea nunca pensó que pudiera correrse sin apenas estimulación vaginal, pero, aun a pesar de ese intenso ardor en el culo, su placer es tan intenso que barre con todo.

Fausto se siente al borde del abismo, se plantea aflojar para retardar su nueva corrida, pero prefiere no arriesgar. Es consciente de que ...

... solo dándolo todo podrá alcanzar sus elevadas pretensiones sin desfallecer. El segundo orgasmo es esquivo, y no puede vacilar ni un momento, así que sigue el camino por el que lo conduce su propio entusiasmo.

Los gemidos de la chica se desgarran mientras se aferra a la ventana. Su voz denota un punto de inflexión, y unos temblores incontrolables, en diferentes partes de su cuerpo, evidencian un tremendo orgasmo múltiple.

Al mismo tiempo, Fausto cruza, por fin, el umbral de su particular corrida, manteniéndose muy apretado contra ella.

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Con la poya dolorida aún, Fausto contempla a los desconocidos pasajeros de su mismo vagón, y los encuentra sosos y aburridos. Quisiera explicarles a todos lo que le ha sucedido esta tarde. Quisiera levantarse y decir:

“Hoy me he follado a una niña superbuena por el culo, y sí, era demasiado joven, y no, no la conocía de nada”

Reconfortado, revive esa desasosegada charla postcoital:

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ANDREA: Jo0h… … Waah… … Qué polvo, colega… … Casi me desmayo.

FAUSTO: ¿Te hah… … te ha gustado?

ANDREA: Sí, pero… … me duele.

FAUSTO: No te preocupes… … eso… … eso se pasa fácil.

ANDREA: ¿Tú sueles hacer estas cosas a menudo?

FAUSTO: Qué vaah… Si yOh… Yo soy un beato… WOh… ¿Me acompañas a la estación?

ANDREA: Vale… … Pero dime… … ¿Cómo te llamas?

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UNOS PANTALONES DEMASIADO CORTOS

-LETRAS PROHIBIDAS-

por GataMojita (2013)