1. Unos pantalones demasiado cortos; la nena del tren


    Fecha: 03/12/2025, Categorías: Hetero Autor: GataMojita, Fuente: TodoRelatos

    ... segregando adrenalina; una ansiedad que le empuja a tomar cartas en el asunto; a ser proactivo y sobreponerse, pero, ¿cómo?
    
    “¿Cómo un pureta de treinta y ocho años aborda a una adolescente que a duras penas debe de haber cumplido los…?”
    
    Fausto es muy tímido, y tiene una fobia irracional al rechazo, pero, pese a ser inseguro, también es muy valiente, y sabe que la culpa le atormentará si permanece pasivo.
    
    La voz de la decencia, alentada por el miedo, le dice:
    
    “Déjalo correr, ¿Qué vas a hacer? !Vamos! Es una niña. !No seas depravado!”
    
    A medida que se acerca el tren, los actores de la escena van posicionándose. Fausto duda por un momento. Piensa en alejarse de los críos, y tomar distancia entrando por otra puerta, pero una energía intangible desobedece sus pensamientos, y le impulsa a seguir a esos tejanos tan breves. Es consciente de que las escaleras que articulan la entrada del transporte romperán la frágil discreción de esas intrépidas nalgas, y no quiere perderse el espectáculo.
    
    El tiempo parece ralentizarse, y el mundo enmudece cuando Andrea empieza a subir los escalones.
    
    Hay un par de personas entre ellos, pero no se interponen en el ángulo de visión de Fausto, quien siente cómo su corazón se detiene cuando esas gloriosas redondeces se asoman fugazmente.
    
    Ella intenta contrarrestar aquella indecente deriva estirando la tela tímidamente al tiempo que le lanza una mirada inocente y enigmática a Fausto. Al joven está a punto de caerle la mandíbula al ...
    ... suelo. Se siente cazado, y se apresura a dotar su propio rostro de normalidad manteniendo la mirada en los ojos de la chica
    
    Andrea tarda un par de eternos segundos a desconectar ese vínculo visual para encaminarse hacia el interior del vagón.
    
    A Fausto le tiemblan las piernas en cuanto vuelve a percibir el resto del mundo, y a recobrar sus otros sentidos esfumados.
    
    “!Qué panorama más tremendo!”
    
    Una vez dentro, avanza al paso que le permite el pasajero que lo precede, mientras el trajín del convoy señala una aceleración creciente sobre las vías. Abrumado por una lucha feroz, siente cómo los impulsos que le provoca esa exagerada atracción inesperada son combatidos, duramente, por el decoro y la lógica más elemental. La frustración le ahoga cuando se sienta a unos metros de los chicos, justificándose con argumentos de peso:
    
    “No es propio de mí. Solo un salido abordaría a esa niña. Sobre todo, si pienso en que su mayor logro conocido es vestir unos pantalones demasiado cortos. ¿A caso le conozco algún otro mérito?”
    
    Cuando la victoria de la prudencia ya parecía definitiva, Fausto se ve, de repente, caminando entre los asientos, con un mareo parecido al que siente cuando está colocad; como si se viera desde fuera de su cuerpo.
    
    Al alcanzar la altura de aquellos churumbeles, y, casi sin meditarlas, pronuncia unas certeras palabras:
    
    .
    
    -Perdona… ¿quieres sentarte conmigo?- le sugiere mirándola con calma fingida.
    
    .
    
    Andrea llevaba unos momentos mirándole, ...
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