1. Tocalas, bebito mío.


    Fecha: 07/12/2025, Categorías: Hetero Incesto Sexo con Maduras Autor: Juan Alberto, Fuente: SexoSinTabues30

    ... nube de otra dimensión e imposibilitada de detenerlo.
    
    Su mano estaba quemando mi pecho y me sentí aliviada cuando me soltó, me quedé allí como una boba y escuché su voz como a la distancia.
    
    —Nos vemos más tarde, mamá …
    
    Luego desapareció fuera de mi visión. Me quedé con la respiración agitada y con el mundo dando giros a mí alrededor. Me sobrepuse en algún modo. Sabía que debía detener esto, tenía que encontrar una solución antes de que él regresara a casa.
    
    Después de que esa nube se disipó, traté de ver claramente y pensar en modo razonable. Había una vorágine de pensamientos girando como un tornado en mi cabeza, aún sentía la cálida presión de su mano sobre mí pecho y mi vulva palpitaba húmeda como nunca. Logré calmarme y me convencí a mí misma que esto debía terminar hoy mismo, cuando él regrese del colegio le diré firmemente que no le está permitido volver a tocarme. Lo esperé ansiosa, la mañana se hizo muy larga, pero apenas sentí que habría la puerta, no esperé ni un segundo y le dije.
    
    —Escucha Mauro … Sé que tengo la culpa … Pero no podemos cont. …
    
    No alcancé a terminar mi palabra. Sentí sus fuertes brazos alrededor de mi cintura, como si quisiera levantarme del suelo, me beso directamente en los labios y dijo casi perentoriamente.
    
    —No … Porque te amo y sé que tú también me amas …
    
    Volvió a besarme y yo mordí sus labios, él metió su lengua en mi boca y yo la chupe sedienta de su saliva. Logre balbucear algo totalmente ininteligible e incoherente. ...
    ... Probaba un inmenso placer sintiendo sus brazos envolventes alrededor de mi torso y mis senos aplastados contra su pecho, también sentí deseos. Su mano veloz se deslizó debajo de mi sujetador y muy pronto uno de mi pezones se ponía rígido deslizándose entre sus largos dedos. Esa misma mano con vertiginosa velocidad bajo sobre mi monte de venus y la sentí presionando mi vulva ardiente, me retiré con mis ojos brillosos y mis mejillas que me quemaban, gritando.
    
    —¡No! … ¡No! … ¡No! …
    
    Mauro se separó de mí y antes de volver a besarme cariñosamente, me dijo.
    
    —Está bien, mamá … Como tú quieras …—Mis labios tiritaban cuando él se fue a su dormitorio
    
    Esto no se detuvo allí, siguió por semanas. Yo me rehusaba y él insistía. Sí yo decía “No deberíamos”, significaba “Sí, tesoro, hazme eso”; y cuando yo decía un “¡No!”, esa era la línea que él no debía cruzar; y no lo hizo. El problema que sus ojos verde mar me hacían derretir, la fuerza de sus brazos me hacía temblar, la suavidad de su boca hacía que mi vulva se hinchara y se mojara rápidamente y esa línea del “¡No!”, rotundo se iba desvaneciendo. Como cuando le dejé meter sus manos entre mis bragas y las deslizó apretando mis nalgas y me dijo: “Jamás he sentido un culo tan suave en vida mía”; eso me gustó, ¡oh, Dios! Sí que me gustó.
    
    Casi todo sucedía como casualmente en la cocina durante las mañanas, eso me dejaba teniendo fantasías durante todo el día y por las noches me masturbaba a solas en mi cama. Pienso que él hacía ...
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