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Tocalas, bebito mío.
Fecha: 07/12/2025, Categorías: Hetero Incesto Sexo con Maduras Autor: Juan Alberto, Fuente: SexoSinTabues30
... lo mismo. Yo lo sabía y él lo sabía, pero hacíamos de cuenta de que nadie sabía nada. Cada vez iba teniendo más y más delirios; entonces me preguntaba, ¿cómo será esto?, ¿cómo se sentirá aquello?, ¿qué tal si hiciéramos esto otro? La primera vez que mi mano se atrevió a rozar su grueso bulto, nos besábamos en el sofá. La única luz encendida provenía del televisor que estaba transmitiendo no sé qué cosa. Efectué solo un ligero roce a su pronunciado abultamiento y él sin perdida de tiempo metió su manos entre mis piernas; esta vez no proteste. Mi respiración se hizo más pesada y afanosa, su mano se enfiló en mis bragas hasta llegar a la calidez de mi peluda vulva. Recogió el rocío entre mis hinchados labios y subió a acariciar mi clítoris en forma suave y lenta. Nadie nunca me había hecho algo así y casi brinqué, exhalé un gemido y no pude evitar de darle un apretón a su polla. Fue una reacción inconsciente y no una intención de masturbarlo. Pero él lo sintió, porque comenzó a gemir y se corrió. —¡Ooohhh! … ¡Umpf! … ¡Aaahhh! … ¡Mamá! … ¡Mamá! … ¡Umpf! … Lo sentí estremecerse mientras se corría. Rápidamente le bajé la cremallera a sus pantalones y metí mi mano para atrapar los últimos chorros de su corrida. Tenía mi mano toda embadurnada del semen de mí hijo y era la primera vez que tocaba su gruesa polla. Me vinieron unas incontenibles ganas de correrme también yo. Mauro todavía tenía su mano en mi coño, me acerqué a su cuello y le susurré al oído. —¡Tócame ahí ...
... arribita! … ¡Frótame, cariño! … Él me besaba y me decía cosas muy lindas, yo comencé a calentarme mucho más. Me excité tanto que clavé mis uñas en su brazo y empujé mi pelvis contra sus dedos. Entonces él me penetró con sus dedos medio y anular se me escapó un gutural gemido de mi boca. Habían pasado cerca de cuatro años que nadie me tocaba allí, excepto yo misma. Comencé a correrme casi al instante, hice un ruido parecido al de un animal herido. Mi ceño se frunció y casi me ahogué en mí irregular respiración. Sentí el alivio de un orgasmo total y avasallador, pero al mismo tiempo la pesantez de mi culpa. Mientras todavía me contorsionaba gozando con los dedos de Mauro, mi cabeza me decía que no estaba haciendo lo correcto. Por tres o cuatro días no lo dejé acercarse a mí, ni tampoco que me besara. Le dije que lo amaba y que él no tenía ninguna culpa, pero que necesitaba tiempo para asimilar todo lo que estaba pasando entre él y yo. Me dijo que él también me amaba y que me entendía, pero agregó al final “Nunca voy a dejar de amarte, desearte y necesitarte”. Me sentí feliz, pero eso no fue de ninguna ayuda para mí. Por las noches fantaseaba con él. Mi mano cubría mi vulva caliente y cerrando mis ojos lo veía en sueños, lo escuchaba haciéndome el amor: “Él me besa y sus manos amasan mis pechos … Me quita el sostén y se dedica solo a acariciar, besar y lamer mis senos … Mi pezones están duros como granito … Lo veo como si fuera mi bebé que alguna vez succionó mi leche ...