1. Tocalas, bebito mío.


    Fecha: 07/12/2025, Categorías: Hetero Incesto Sexo con Maduras Autor: Juan Alberto, Fuente: SexoSinTabues30

    ... detenerme … Lo quiero todo el tiempo … ¿No sé cómo es que puedo sentir tantos deseos de él? … Lo quiero siempre conmigo y en mi ser … Lo necesito …
    
    —Mira … Daría cualquier cosa por volver a sentirme, así como te estás sintiendo tú … Eres adulta y él también ya casi lo es … ¿Cuántos acaba de cumplir? …
    
    —Este año termina la secundaria y ya tiene dieciocho …
    
    —Bueno … Entonces, ¿Cuál es el problema? … No todo el mundo va a entender esta situación, pero ¿qué te importa? … Nadie necesita saberlo … Solos tú y él, sí es que ambos lo quieren … ¡Oye! El mundo entero va buscando por ahí el amor … Tú ya lo encontraste … Lo tienes en casa …
    
    Esas fueron sus sabias y alentadoras palabras y era justo lo que yo necesitaba escuchar, un estimulo y comprensión de alguien fuera de mi casa. Eso me hizo sentir mejor. Ahora esperaba a Mauro para decirle todo.
    
    Esa tarde cuando llegó mi hijo, no esperé a que él iniciara todo, fui yo quien hice el primer movimiento. Lo besé y le dije cuanto lo amaba. Vi en su carita todavía de niño su felicidad y eso también me hizo feliz a mí, sobre todo cuando me dijo.
    
    —Mamá … Te amo más que a nada en el mundo … Primero porque eres mi mamá y no hay un amor más grande que ese … Lo segundo es que te he deseado desde que me hice lo suficientemente grande como para ver la linda mujer que eres … Eres todo lo que quiero … No existe otra mujer en el mundo más que tú …
    
    Sus besos fueron apasionados y me trajeron regocijo y tranquilidad, ya no sentía ...
    ... arrepentimientos ni culpas. Pensaba solo a él y a mí, esperaba con ansias que sucediera lo que siempre había querido. Hábilmente me quitó la blusa, mis pezones ya estaban excitados. Me sentí más relajada y el cosquilleo en mi bajo vientre se manifestó tempranamente. Cuando su mano se metió entre mis bragas, mi coño ya estaba mojado y su dedo se deslizó en el surco de mi hendedura, esto me hizo empujar mi ingle contra su mano. Me acerqué a su oído y le dije.
    
    —Vamos a mí cama, querido …
    
    Cuando llegamos a mí habitación, el abultamiento en sus shorts era evidente. Esa era la dureza que yo tanto ansiaba que llenara mi estrecha femineidad. Lo desnudé sintiéndome como la madre que soy y desviste a su bebito. Disfruté tocando su tersa piel y acaricié sus fornidos músculos. Volví a sentirme mujer cuando aferré la polla que me hacía alucinar y delirar. Estaba ligeramente de espalda, él ahuecaba sus manos acariciando mis senos y yo mantenía firme en mi mano su larga polla restregándola contra mi cadera. Cuando me besó el cuello susurró a mi oído.
    
    —¡Oh!, mamá … Qué linda que eres, mami …
    
    Esas eran hermosas palabras, pero también me recordaban quien era yo, su madre. Tuve de regreso algunas dudas. Mi piel se erizó al sentir su bulboso glande entre mis nalgas, bastó solo que me inclinara levemente hacia adelante para que su rígida carne dura como palo, se deslizara dentro de mi candente humedad. Ya nada podía detenernos.
    
    —¡Oh, Mauro! … Ssiii … Estás donde te necesito … Llena mi ...
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