-
Hetero - Pelirroja... peligrosa (7ª parte – final)
Fecha: 10/12/2025, Categorías: Hetero Autor: Schizoid, Fuente: CuentoRelatos
... que decir esto… pero creo que te lo mereces. Eso fue un golpe bajo. Vaya si lo fue. -Hombre, muchas gracias Sara… eres un cielo… vaya ánimos que me das… te cuento mis problemas y lo único que se te ocurre es decirme que me lo merezco -lo dije bastante enfadado, lo admito, y ya sé que fui muy injusto. -¿Cómo que ánimos? C…, te recuerdo que eres tú el que has metido la pata hasta el fondo. Y sí, creo que te lo mereces. Porque has sido muy cabrón con esa chica. Te has portado como un cerdo egoísta. -¿Ahora también soy un cerdo egoísta? Oye Sara, no necesito a nadie que me insulte… -a estas alturas yo ya estaba gritando. Necesitaba gritar. Necesitaba la rabia. Pero a Sara no le impresionó lo más mínimo mi berrinche. -Te estás portando como un gilipollas. Así de claro, dicho en un tono de voz normal, sin inflexiones, entre bocado y bocado de macarrones. Eso me desarmó. Me quedé callado un momento, y se me pasó el enfado, para ser sustituido por una maravillosa sensación de querer estar muerto. No lo pude evitar. Me eché a llorar. Vale, en el fondo soy un jodido sentimental. Los días siguientes a la partida de Bea, hace tres años, me los pasé llorando por cualquier cosa. Hombre, no a moco tendido ni a gritos, pero con frecuencia notaba un congoja en la garganta y notaba que los ojos se me humedecían, y de acuerdo, a veces no podía evitar morder la almohada por las noches y emprenderla a puñetazos con el colchón. Nunca creí que la iba a echar tanto de ...
... menos. Llegó un punto en que no pasaba una hora sin que se me los ojos me picaran y notara que no podía tragar. Así que volví a casa de mis padres. Les dije que era porque no podía pagar el alquiler, y que sería solo por unos días hasta que encontrara otro piso, pero en realidad era porque no soportaba permanecer en esa casa conviviendo cada día con su recuerdo. Y me quedé por un año. No soy ni la mitad de duro que pretendo aparentar. En el fondo, todavía soy un chico de quince años preguntándose qué hace vestido de traje y viviendo solo en una casa vacía. Sara me abrazó y yo lloré en su hombro, lloré por ser tan idiota, por no saber qué coño estaba pasando con mi vida, por haber perdido a una chica que realmente merecía la pena. Lloré por la soledad, por mi egoísmo, por todos los errores que cometí durante el fin de semana más loco de mi vida. Lloré por Silvia. Lloré por mí. Es posible, pienso ahora, algunos meses después de todo aquello, que lo mío con Silvia no hubiera funcionado. Que lo hubiéramos dejado seis meses después, echando pestes el uno del otro, arrojándonos los trastos a la cabeza. Es posible, pienso ahora, que con Silvia corriese el peligro de enamorarme hasta las trancas y que después me dejase tirado hecho una piltrafa, como me ocurrió con Bea. Es posible corriera el peligro de llorar durante semanas, el peligro de perder otra vez el rumbo de mi vida, el peligro de tardar otros tres años en enamorarme otra vez. Pero, aunque mi pelirroja hubiera ...