Presa escurridiza - Cap 12 - Relatos Eróticos

Presa escurridiza - Cap 12

... acres. Justo en el medio de todo esto había una vivienda antigua, un establo y otros edificios. No había manera de acercarse más durante el día sin ser vista, de modo que se ocultó de nuevo en el bosque. Cuando pensó que estaba a una distancia segura, se montó una pequeña fogata y se calentó una de las latas de picadillo para cenar. No tenía más herramientas o utensilios aparte del cuchillo, que utilizó para abrir la lata y también para comer. Se sintió muy ingeniosa al hacerlo, pero realmente le hubiera gustado tener una cuchara o un tenedor además del cuchillo. Se dio el lujo de una lata de melocotones de postre, bebiéndose en primer lugar el líquido dulce, espeso y luego inclinó la lata para dejar que las rodajas de fruta se deslizaran en la boca. Después había aplastado cuidadosamente y enterrado las latas, usando un palo para cavar un hoyo en la tierra blanda y negra. Decidió ver si podía atacar la granja por la noche. Puesto que todavía quedaban un par de horas antes del atardecer, se procuró un lugar resguardado y se preparó para una siesta.

Se había despertado bastante después de la puesta de sol. El reloj le dijo que era casi medianoche. Había solo la luz de la luna suficiente para que escogiera el camino para acercarse a los edificios. Siguió a la escucha del ladrido de un perro... o unos perros... pero la finca no parecía tener ninguno. Consiguió recorrer todo el camino hasta la casa sin ser descubierta y se detuvo en las sombras, sin saber qué hacer a ...

... continuación, ahora que había llegado hasta aquí. Habría ciertamente cucharas y tenedores y, probablemente, un abrelatas en la cocina de la casa. El lugar estaba oscuro y silencioso, pero no se atrevía a entrar en el edificio. Había llegado a tener la mano en el pomo de la puerta, pero no tuvo valor para girarlo.

Al final, se conformó con robar una manta de la cuerda de tender que había detrás de la casa. No había oído ningún ladrido, por lo que se acercó al establo próximo, con la esperanza de encontrar algo útil.

Pero la puerta del establo estaba bien cerrada y asegurada con una gran tranca de madera. Pensó si intentar moverla y decidió no hacerlo. Parecía haber algunos otros edificios, más pequeños al lado opuesto al establo, así que se dirigió hacia allí.

Lo primero que vio fue un cobertizo alargado y bajo. A medida que se acercaba, observó que tenía techo y pared trasera, pero las otras tres paredes estaban hechas con malla metálica. A medida que se acercó pudo ver que estaba dividido en compartimentos más pequeños con más alambradas. Le pareció extraño. ¿Era una especie de perrera? Si lo era, no parecía haber perros en ella. Muy, muy cautelosamente, se acercó más. Parecía que había cinco o seis compartimentos. Había algo en dos de ellos, pegado a la pared trasera y muy difícil de ver a la luz de la luna. Cada compartimento tenía una puerta, y las dos puertas estaban cerradas con candados.

Entonces se le ocurrió. Los captores de Bárbara había dicho algo acerca de ...