Madura cornuda follada por su mejor amigo - Relatos Eróticos

Madura cornuda follada por su mejor amigo

... había duchado antes de salir de casa, pero sí a sexo. Me dio un beso en mi rajita y por sorpresa sacó la lengua y empezó a chuparme. Intenté cerrar las piernas para que dejará de chupar, pues es algo que nunca me habían hecho y que me parecía sucio. Yo estaba soltando mucho flujo, estaba superlubricada, y era perfectamente consciente del estado en que quedaban mis bragas cuando me ponía cachonda. No quería que toda esa cantidad de flujo acabase ahora en su boca.

- Abre las piernas, Fe, que te va a gustar. (Ciertamente, se le veía excitado haciéndome sexo oral)

- Me da vergüenza. No sé si te va a gustar a ti.

- Me va a encantar, disfrútalo- dijo, mientras se hundía en mi coño y empezaba a chupar.

Al pasar por mi pubis, se tuvo que sacar bastantes pelos de la boca. Le miré y tenía la boca llena de pequeños pelitos rizados, así como del líquido viscoso que me salía de mi conejito. No parecía incómodo. Al revés, parecía que estaba saboreando mi flujo como si fuese un néctar delicioso. Me pareció una cochinada, pero me puso aún más cachonda y ya no quise luchar contra ello. Si a él le gusta, que me lo haga, que mi coño lo disfrutará.

Me desinhibí por completo. Mis gemidos eran cada vez más aparentes y empezaba a subir las caderas y a mover el culo con mayor intensidad según me iba acercando al orgasmo. El placer me venía por varios lados. Roberto combinaba los lametazos a mis labios vaginales y después a mi clítoris y alrededores. Además, con una mano apretaba la ...

... zona baja del pubis y con la otra me introdujo un par de dedos hasta el fondo de la vagina.

-Vamos papón, no pares por favor. (Yo apenas podía hablar. ¡¡¡Dios que gustazo!!!). Ay qué gusto, qué gustirrinín, aaaaaah, aaaaah, aaaaaaaaaaaah.

Acababa de correrme en su boca. Me quedé con las piernas abiertas, el sexo húmedo, la cara relajada y muy sonriente. Él corrió al baño a enjuagarse y volvió rápidamente para darme un beso en la boca. A pesar del enjuague, aún se atisbaba el sabor a coño, que probé por primera vez en mi vida. No sabía que mi chumino sabía tan dulzón, ja, ja, ja. Pensé que estaría más salado.

A continuación, cogí su pene y empecé a masturbarlo.

- Yo no te la voy a chupar. Es algo que no me gusta.

- No pasa nada.

- La tienes muy grande.

- No es para tanto.

- Lo digo en serio. Es mucho más grande que la de mi marido. Estoy convencida de que si no hubiese tenido hijos no me cabría bien.

- Tengo lubricante, por si acaso.

- Después de lo que me acabas de hacer, no hace falta, estoy chorreando, entre tu saliva y el flujo que me ha salido.

- ¿Me pongo un condón?

- No hace falta. Estoy menopáusica y entre tú y yo hay confianza. No me vas a pegar nada. (No quería perderme ni una pizca de placer. Necesitaba su polla dentro de mi cuerpo, a pelo y, a ser posible, que se corriese dentro de mí. Me daba muchísimo morbo)

Me abrí de piernas y él acercó su mi pene a mi vagina y poco a poco lo introdujo. Buff, qué grande, me llenaba entera. ...