1. Bajo Su Mirada III


    Fecha: 13/12/2025, Categorías: Dominación / BDSM Autor: luciamg, Fuente: TodoRelatos

    Antes de sumergirte en esta tercera parte, te recomiendo leer la primera y la segunda entrega, donde todo comenzó. Ahí conocerás a Gaia, su transformación en Kira y la forma en que su dueña tomó control de su deseo. Sin esa historia, no entenderás hasta qué punto llega la entrega aquí.
    
    El mensaje llegó a las 09:02. – Estoy aquí. Vístete y baja.
    
    Kira se quedó unos segundos mirando la pantalla, como si esas tres palabras pesaran más que cualquier vibración o foto que hubiera recibido en los últimos meses. Su corazón latía fuerte. Hasta ahora, Lucía había sido una voz, unas órdenes, una presencia invisible que la manejaba a distancia. Y ahora… estaba ahí.
    
    Eligió un vestido corto negro, ceñido en la cintura, que dejaba los hombros descubiertos. Nada de sujetador, como tantas veces le había ordenado antes, y una tanga fino que apenas cubría lo justo. Se miró al espejo una última vez: labios ligeramente pintados, el cabello rubio cayendo suelto sobre los hombros, la piel pálida con esos lunares que Lucía conocía de memoria sin haberlos tocado nunca.
    
    Bajó las escaleras del edificio y empujó la puerta. El sol de la mañana la obligó a entrecerrar los ojos. Frente a la acera, junto a un coche oscuro, estaba ella.
    
    Lucía.
    
    Llevaba vaqueros ajustados, zapatillas blancas y una sudadera ligera que dejaba entrever la forma atlética de su cuerpo. El cabello rubio, recogido en su clásica coleta alta, brillaba con la luz. Sus ojos, claros y afilados, la examinaron de arriba ...
    ... abajo en silencio. No sonrió.
    
    —Kira —dijo, como si probar el nombre en voz alta fuera parte de un ritual.
    
    —Lucía… —respondió ella, casi en un susurro.
    
    —Ama Lucía —corrigió sin perder la calma.
    
    Ese matiz hizo que a Kira le recorriera un cosquilleo por el estómago. Por fin tenía frente a ella a la mujer que había dirigido cada paso de su sumisión. Y ahora que la veía de cerca, comprendía que todo lo que había imaginado se quedaba corto.
    
    Lucía se acercó, lenta, hasta que quedaron a menos de un metro. La diferencia de altura no era mucha, pero la forma en que se inclinó apenas para mirarla a los ojos hizo que Kira sintiera que estaba siendo invadida por completo.
    
    —Gira sobre ti —ordenó con un tono bajo.
    
    Kira lo hizo, consciente de que estaba en la calle, de que cualquiera podía pasar. Sintió la mirada de Lucía recorriéndola sin prisa.
    
    —Bien —dijo al final—. Vamos.
    
    Lucía abrió la puerta del coche y esperó a que Kira entrara. Una vez dentro, el silencio se volvió denso. La sumisa podía sentir su propia respiración acelerada, el roce de sus muslos, el latido en las sienes. Lucía arrancó sin mirar atrás, conduciendo con seguridad, como si cada movimiento del volante estuviera medido.
    
    A mitad de camino, sin apartar la vista de la carretera, Lucía soltó: —Tienes idea de lo que va a pasar hoy, pero no sabes cuánto lo vas a sentir.
    
    Kira tragó saliva. No contestó. Sabía que su papel no era preguntar, sino obedecer. Y que ese día, por fin, el control sería ...
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