Una misteriosa, insólita y sorprendente familia XI - Relatos Eróticos

Una misteriosa, insólita y sorprendente familia XI

... pistas. Por cierto, Julio ¿No iras a esquiar tu ahora tal como tienes agarrada a Giulia?

-De momento la morenaza no rechista, pero tiene una cara de vicio que me está poniendo cachonda, y supongo que será porque estará notando que el espectro se está despertando. – dijo riendo Dani – Con los grandes que son los dos y tal como esta de encajada sobre Julio tiene que estar percibiendo la presencia del fantasma contra su bonito trasero. ¿Estas feliz Julita?

-Yo diría que más que feliz esta extasiada, - dijo también riendo Belén, que al igual que Alba y Paula se habían vuelto a mirar como Julio tenía abrazada a la italiana que sentada sobre su regazo no paraba de morderse su labio inferior – Si no tiene un orgasmo bestial antes de llegar poco le va a faltar, ja, ja, ja, ja.

-¿Cuánto queda? – pregunto Violeta también riendo – No vaya a ser que se ponga a gritar de gozo y placer.

-Estamos llegando, unos diez minutos. – dijo Andrea, a la vez que acomodaba el espejo de su asiento para ver a la pareja, y riendo como las demás – Pero estar todas seguras de que a Giulia se le hará un poco corto, lo mismo que a Julio que también tiene cara de estar pasándoselo a lo grande. ¿Verdad que si chicos?

Tras la pregunta de Andrea se hizo un silencio evidente a la espera de la contestación de Julio o Giulia, que no se produjo, pues ambos estaban con los ojos cerrados y como en trance, por lo que pasados más de treinta segundos las demás rompieron en unas carcajadas que sacaron de ...

... su éxodo mental a los dos jóvenes, que miraron sorprendidos a las otras seis que seguían riendo alegremente, pero mucho más asombrados se quedaron cuando Dani les dio a ambos un tierno beso en sus respectivas mejillas a la vez que decía:

-Jo, que tiernos que se os ve, pero intentar que no se note vuestra excitación, sobre todo a Julio que, seguro que es más evidente, y no vaya a ser que a vuestra abuela genética le dé un patatús.

De nuevo las seis rompieron a reír escandalosamente mientras los dos jóvenes ponían cara de circunstancias, a la vez que Andrea le decía a Violeta señalando un camino asfaltado en el que había una señal que ponía “propiedad privada”:

-Ahí es, en unos cien metros esta la cancela de entrada, párate allí que llamare para que nos abran.

Cuando llegaron a la citada cancela, se bajó del vehículo y llamo desde un portero automático, recibiendo a los pocos segundos contestación con una voz con marcado acento extranjero que decía:

-Buenas noches, ¿Quién es?

-Ilona, soy Andrea la nieta de D. Julio ¿es que no me reconoces?

-Perdona, te abro, es que con la poca luz que hay no te había reconocido. – dijo la misma voz – Pero ya me han dicho tus abuelos que era posible que alguien viniese, pero sin explicarme nada.

-Ahora te lo explicamos. – dijo Andrea volviéndose a subir al coche y con un gesto le indico a Violeta que entrase al abrirse el gran portón de entrada – Hay unos aparcamientos cubiertos ahí a la izquierda.

Efectivamente, a la ...