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El ácido come sin mirar qué
Fecha: 17/12/2025, Categorías: Grandes Relatos, Autor: suruminga, Fuente: CuentoRelatos
... esa hora; yo, callado, respeté el pedido y bajé junto a ella que, del brazo, me llevó hasta el mástil del centro, elevado sobre una plataforma rodeada de un muro bajo y a la cual se accedía subiendo pocos escalones, allí se explicó. – “Aquí mi cielo sí puedo aliviar tu incomodidad, de la cual soy única responsable”. Y apoyándome contra esa baranda maniobró delicadamente para que mi pija se hiciera presente, erguida, dura y lista para largar la carga que pugnaba por salir; acuclillada la dirigió a su boca que, en pocas succiones, recibió las potentes escupidas. Luego de unos instantes para reponerme cambiamos de lugar, ella de espaldas al muro y yo de rodillas arremangando su vestido, bajando la bombacha y sumergiendo mi cara entre sus piernas para deleitarme con su conchita jugosa mientras mis manos recorrían nalgas y tetas. – “No por favor, ahí no”. Su voz en tono de ruego me hizo descartar una posible molestia por la caricia en el ano pero, por si acaso, indagué. – “Te molesté cielo?” – “No amor pero me sorprendiste, nunca dejé que me tocaran ese lugar”. – “Te resultó incómoda la caricia?” – “Por favor, no me preguntés eso”. – “Es que no quisiera incomodarte” – “No es incomodidad”. – “Te gustó?” – “Sí, y por eso me da vergüenza”. – “Tapame con la falda para que no te mire”. Al sentirme cubierto reanudé las caricias bucales y digitales incursionando nuevamente entre las nalgas pero llevando lubricación desde la vagina; y fui bien ...
... recibido por ese anillo nunca visitado, pues a las presiones con la yema del dedo cedía sin oponer resistencia. – “Mi vida, primera vez que siento esto, me gusta como apretás simulando entrar y luego recorrés todo el contorno, probá ingresar suavemente un poquito”. – “Ahí va”. – “Sí amor, me está entrando y me gusta, movelo como si buscaras algo, así, así, un poco más adentro, que delicia, lo que me estuve perdiendo”. – “Ahora va entero, hay que aprovechar la buena disposición de este culito goloso”. – “¡Qué gusto, me vuelvo loca, ahora con el dedo gordo por delante y el largo por detrás!” La corrida fue tremenda y la tuve que sujetar bajándola hasta sentarla en mis faldas; cuando nos levantamos, ya repuestos, tuvimos que sacudir con esmero nuestras ropas. – “Estoy destrozada, este tercer orgasmo me ha dejado en estado lastimoso, ni me atrevo a enfrentar un espejo y mucho menos entrar a un restaurant; cambiemos la cena por comida chatarra en el carro de la esquina”. En la penumbra pude comprobar la veracidad de sus palabras y seguramente yo no estaba mucho mejor, por lo cual acepté de buen grado su propuesta; nos arreglamos algo y allá fuimos. Según el joven que nos atendió íbamos a estar solos un buen rato porque la afluencia importante de clientes se producía después de la cuatro de la madrugada, hora en que los jóvenes empezaban a salir de los boliches. Nos sentamos en la punta más alejada de la plancha de cocción para evitar calor y el posterior ...