1. El ácido come sin mirar qué


    Fecha: 17/12/2025, Categorías: Grandes Relatos, Autor: suruminga, Fuente: CuentoRelatos

    ... erección que seguramente tenía hace instantes. Su temor era algo totalmente razonable, éste que se decía mi amigo, había visto varias veces lo que yo era capaz de hacer en un momento de bronca, y si los encontraba en una actitud comprometedora, con toda certeza, no los iba a felicitar.
    
    – “Te escucho amigo, pero no recuerdo qué dejamos pendiente la noche que jugamos a las cartas”.
    
    – “Nada, pero no podía decir en voz alta lo que deseaba comentarte”.
    
    – “No entiendo de qué hablás”.
    
    – “Te acordás la vez pasada cuando me contaste que a la mina que te estás comiendo le gusta sentir tu entrepierna perfumada al chuparte la pija?”
    
    – “Y no te imaginás cuánto la disfruta, con decirte que agarra el mango con una mano, las bolas con la otra y, mientras huele y besa las ingles, se pasa el glande por las mejillas”.
    
    – “Bueno, traté de imitarte con mi mujer, y ella hizo lo que vos dijiste recién y después me la mamó hasta que le acabé en la boca y, por primera vez, tragó toda la corrida”.
    
    – “En eso te llevo ventaja, mi putita, desde la primera vez que se la puse en la boca, bebe todo el semen que soy capaz de largar; te diré que al comienzo tenía alguna duda pero ella me lo pidió”.
    
    – “El aroma que estoy usando me lo hice preparar por un perfumista amigo, está en el baño, vení que te lo muestro para que probés el olor”.
    
    Cuando entramos juntos mi mujer preguntó.
    
    – “A dónde van ustedes dos?”
    
    – “Como sé que le gustan los perfumes quería mostrarle el nuevo que ...
    ... tengo, es tan bueno como los de marca pero costando la mitad; para evitar dificultades me lo envasó en un atomizador que tiene una etiqueta con flores sin inscripción alguna”.
    
    – “Hiciste bien porque el que tenías, y usabas muy poco, se debe haber evaporado así que tiré el frasco vacío a la basura”.
    
    Llegados al baño tomé el envase de la repisa dándoselo para que lo probara; después de echarse un poco en la muñeca y alabar la fragancia lo volví a colocar en el lugar de donde lo había sacado; cuando íbamos saliendo le dije que volvería al baño a buscar pastillas para espantar los mosquitos y, ya con los sobres regresé al quincho a seguir con la preparación del asado mientras él permaneció en la cocina charlando con Elisa.
    
    Pasados dos o tres minutos, desde el asador, le hice señas a Patricia pidiéndole que se acercara; ya a mi lado la tomé de la mano para caminar, rodeando la edificación, y entrar por la puerta principal; a mi indicación de silencio me siguió sigilosamente y nos ubicamos en el pasillo que une dormitorios con cocina al lado de la puerta de ingreso a donde estaban ellos, allí podríamos escuchar claramente lo que hablaran.
    
    – “Dónde está tu mujer?”
    
    – “Seguramente hablando con el boludo de su amigo en el asador; ahora aprovechemos que el cornudo compró perfume y rociame bien, así disfrutás con tacto, gusto y olor”.
    
    – “Sí mi cielo, déjame levantar tu verga para rociar esas bolas llenas que después me van a alimentar con abundante lechita”.
    
    – “Ayyy, hija ...
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