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Historia 65 - La Vida en la Granja
Fecha: 25/12/2025, Categorías: Dominación / BDSM Autor: jessmartin, Fuente: TodoRelatos
... hacían. "¡MOOOOO!" exclamó Nina cuando tanto su cerebro como su útero vacío comenzaron a emitir la misma orden. Acostarse. Recolecta semen. Empezar a reproducirse. Su necesidad de tener un bebé en su vientre era más intensa que cualquier sentimiento que hubiera tenido en su vida. “Oh, Maestro;” le dijo al doctor Reynolds. "Por favor, golpéame. Planta una cría en mí. Lo necesito." Bethany retrocedió, aunque Nina no pensaba en ella en ese momento. Bethany no podía darle un bebé, por lo que era de menor importancia en comparación con el hombre con la polla en la habitación. “Doctora Conners, puede limpiar la habitación más tarde;” dijo Reynolds. "Nina y yo tenemos un poco más de trabajo por hacer." Antes de que saliese de la habitación, Bethany pudo oír el golpeteo de las bolas del doctor contra el culo de la hucow mientras él se metía en la hucow sobreexcitada y Nina empezaba a mugir de nuevo. Esa noche, Bethany se fue a la cama en su apartamento de soltera, con el recuerdo del alegre descenso de Nina a la esclavitud fresco en su mente. Se la veía tan feliz. Tan completa. ¿Era realmente tan maravilloso convertirse en un animal legal? ¿Una cabeza de ganado, de ganado humano, valorada solo por la leche de sus tetas y los bebés que derramaba de su vientre? Dede y Nina parecían pensar así. Bethany trató de sacarlo de su mente, pero su coño virgen estaba pegajoso y caliente por los pensamientos de ser ordeñada y violada en un marco de ordeño. Finalmente se ...
... llevó la mano al coño y llegó a un orgasmo atronador antes de sumergirse en sueños igualmente acalorados de esclavitud y reproducción. Durante los siguientes días, Bethany siguió yendo a la deriva al nuevo puesto de Nina en la granja, justo al lado del de Dede. Las chicas siempre estaban felices de saludar mientras la leche goteaba en los frascos de recolección, aunque a veces tenían que encontrar el aliento para hacerlo si estaban en medio de un nuevo orgasmo conseguido por otra violación de esclavas. Bethany lo observaba todo con ojos encapuchados, tratando de evitar pensar en estar en su lugar y fracasar absolutamente en una tarea tan imposible. Ahora se había masturbado con esos pensamientos de dos a cuatro veces cada noche. Se destrozó los pechos, preguntándose cómo se sentirían de tres a cinco veces su tamaño actual mientras gotas de leche blanca goteaban de sus pezones duros como rocas. Se imaginó teniendo en su vientre al bebé bastardo de algún desconocido, con el estómago hinchado con una o dos pantorrillas sujetas cómodamente entre su vientre. Pensó en tener una camada de dos docenas de hijos a su alrededor, todos ellos creciendo junto a las crías de Nina y Dede, una gigantesca familia de ganado feliz y en pugna, las tres niñas y un centenar más gimiendo, mugiendo y corriéndose en el establo de ordeño día tras día en su dichoso momento para siempre. Se estaba volviendo imposible ignorar estos sentimientos. Tenía que hacer algo. Al día siguiente, Bethany ni ...