1. Lo que pudo pasar, pasó


    Fecha: 03/03/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: tambienmeape, Fuente: RelatosEróticos

    ... mirando a mi amiga desde atrás e imaginando que se lo hacía a si misma pensado en Magnus, en nosotros. Me vino a la cabeza que ella estaba excitada pensando en mi maridito y yo disfrutando de lo lindo. Que seguro que la muy viciosa se lo haría pensando en nosotros… y eso, lejos de darme más celos o enfadarme, me excitó aun más. No lograba entenderme a mi misma pero mi deseo iba en aumento. De repente fui consciente del sillín de la bici bajo mi cosita ya bastante húmeda. Me incliné hacia delante hasta hacer que mi peso presionase en el sitio justo contra el sillín y a cada pedalada una ola de placer me invadía, poco a poco fue creciendo el gustito en silencio, como una bebida que te embriaga poco a poco, despacio, pero constantemente. Yo apretaba mis piernas contra el sillín y me inclinaba más para que mi propio peso intensificase las sensaciones. El hecho de estar en público y plena luz del día me excitaba más todavía.
    
    Disimulaba muy bien y además iba detrás. No podía dejar de imaginarme fantasías. Como por ejemplo que Magnus se daba cuenta de lo que estaba haciendo y me llevaba a un lugar escondido en el bosque y me lo hacía contra un árbol, mientras Silvia, escondida en la maleza se tocaba frenéticamente mirándonos fijamente. Entonces mi mirada se cruzaba con la suya y lejos de parar al sentirse descubierta seguía manteniéndome la mirada. Entonces imaginaba una conexión especial entre las dos. Las dos estábamos conectadas por el placer y sabía que cuando yo me fuera y ...
    ... terminara ella también lo haría. Ella también lo sabía y seguía mirando fijamente como Magnus me poseía desde atrás. Entonces yo sentía deseos de besar su pechos y ella, humedeciéndose los dedos con su lengua recorría su pechos lentamente. Entonces yo, que mientras Magnus me empuja con un ritmo animal, estoy acariciándome compulsivamente y tocando lo hinchada que la tiene al penetrarme, explorándolo y sintiéndolo, sin dejar de mirarla fijamente mientras se estremece de placer al vernos, empiezo a lamer mis dedos humedecidos en mi propio jugo, jugando con la legua entre ellos y volviéndolos a humedecer sin dejar de mirarla. Entonces ella, extasiada por el espectáculo hace lo mismo y cambiando de mano empieza a saborear lo que mana de su propio placer… En estas cosas iba yo pensando en la bici, apretando lo más fuerte que podía contra el sillín y sin dejar de mirar ahora el culo de Silvia y el de mi marido que iban delante hablando y riéndose. Llegue a irme al menos una vez y después me sentí como una aventurera. No estaba avergonzada, nadie lo había visto. Me lo había montado de lo lindo en mitad de todo y todos y me sentía eufórica, no me entendía pero me sentía así.
    
    Cuando llegamos al pueblo todo fue de lo más normal. Bromas, conversaciones agradables sobre temas intrascendentes como el hoyo 7 del campo de golf al lado de casa que tiene truco. Gracias al cielo nadie había notado nada y todo se disolvía como la niebla, como los restos de una fantasía tras un orgasmo. Estaba ...
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