1. Lo que pudo pasar, pasó


    Fecha: 03/03/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: tambienmeape, Fuente: RelatosEróticos

    ... terraza al fresquito de la noche que era lo que más nos apetecía a los tres.
    
    Después de la comida vino la segunda sorpresa del día. Magnus se fue a descansar y Silvia y yo nos bajamos a las hamacas del jardín. Después de un buen rato hablando sobre todo lo divino y lo humano, arreglando el mundo y recordando buenos momentos decidimos darnos un baño para refrescarnos un poco.
    
    Fue a la vuelta de la piscina cuando me dijo, en un tono algo pillin y secreto que me tenía que comentar algo. Yo por supuesto la animé diciéndole que los secretos eran lo que más me gustaba. Ella se quedó callada y yo, divertida e impaciente, le dije que no se lo pensara, que me lo contara ¡YA!. Ella me pidió que no me molestara, que era algo políticamente muy incorrecto. Al preguntarle que porque me iba a molestar mi actitud ya cambió de curiosa divertida a intrigada expectante. Cuando a una le advierten que se puede molestar inmediatamente se molesta, es física femenina elemental. Entonces ella empezó a hablar con una vibración de duda en la voz. Yo estaba cada vez más impaciente. Su mirada parecía pedir perdón de antemano cuando me dijo casi en un susurro que sabia porqué Magnus había salido corriendo de la piscina. Entonces reconozco que me descuadré. Esta está tonta pensé. “Porque se le pasaba el arroz. Él mismo lo dijo” le espeté. En ese momento su mirada cambió de cortada a pillina y, con musiquilla de picaruela me dijo un “no, no, no. La que no te enteras eres tu…” y se echo a reír a ...
    ... carcajadas. Eso fue el colmo para mi paciencia, me estaba empezando a desesperar de verdad. “¿Entonces qué?”, les respondí algo seria, casi molesta. Ella, con un tono más pillin aun se acercó a mí y me dijo al oído “se ha ido porque le tocaba izar la bandera”. Mi cara debió ser el espejo del alma, ahora si que no entendía nada, y le respondí con un gesto que lo decía. “Que tenia tienda de campaña” siguió con el tonito rítmico y picarón de las narices. “¿Qué tienda ni qué puñetas?¿De que hablas?” le dije yo ya desesperada (ahora ya sé que debí parecer más que tonta alelada). “Joer, no te enteras o no te quieres enterar” ahora la impaciente era ella “ que tu chico se ha ido porque se le a puesto el chisme como un mástil, que no te enteras”.
    
    Ella se quedó callada, cortada, expectante, mirándome esperando mi reacción. Yo, también cortada, no sabía que decir. El silencio se alargó unos segundos más de lo normal y de repente a mi me dio la risa. Ella me siguió y rompimos a carcajadas en una de esas explosiones contagiosas que no puedes parar. Ya no sabíamos si nos reíamos de nosotras mismas o del corte que debió pasar el pobre Magnus. Pero ese el atractivo de ser mujer, en el fondo nos hace ilusión provocar esas reacciones en los hombres sin más intención que sentirnos capaz de hacerlo. Y eso es algo que nos divierte mucho hacer. Y si además lo hacemos con una buena amiga mejor y más divertido aun. Sé que para los hombres esto es incomprensible, ellos ponen en marcha el motor (por ...
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