1. La vecina madura de mi abuela


    Fecha: 06/03/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Sconvix, Fuente: CuentoRelatos

    ... que acceder. Por descontado su vecina iba a acompañarnos.
    
    Me conciencié lo mejor que pude y salí junto a mi abuela hacia el taxi que había solicitado por teléfono. La vecina estaba allí esperándonos vestida con un traje rosa, una falda un tanto corta, una camisa que dejaba ver su largo canalillo y el pelo mojado, símbolo de que se acababa de duchar.
    
    Subimos al taxi, mi abuela delante para indicar los lugares de compras correspondientes al conductor y la vecina y yo detrás. Estuvimos en mil tiendas lo menos, en cada una de las cuales tuve que probarme miles de pantalones, corbatas, camisas, chalecos, etc. Y creo que en cada sesión de probador la vecina intentaba distinguir algo a través de las cortinas. Llegué incluso a pensar que tendría la osadía de introducirse en el probador para acosarme.
    
    Finalmente abandonamos la zona de tiendas y nos subimos a nuestro taxi (un servicio especial y muy caro según creo). Tras cargar los bultos tomamos nuestras posiciones y nos dirigimos a casa. Lady-morbo es una mujer observadora, de sangre fría y calculadora. Descubrí esto cuando ella tramó un astuto plan en el mismo taxi. Dicho vehículo no tenía el retrovisor interior pues los cristales eran tintados (creo que eso es ilegal) y no servía para nada o para más bien poco. Mi abuela, debido al ajetreo, inclinó su cabeza hacia un lado y parecía dormir como si nada. Entonces fue cuando nuestras miradas se cruzaron, sin saber qué hacer tragué saliva y me contuve. Ella, sin perder ni un ...
    ... segundo más, tomó mi mano y la dirigió a su sexo, que comencé a tocar con ganas por encima de la falda. Ella dibujó una mueca en su rostro e introdujo mi mano por la falda, por la parte de arriba, rozando así su delicioso estómago.
    
    Tras eludir una masa de pelos di con su sexo y comencé a frotarlo con gran habilidad. Ella parecía estar en la gloria pero no emitía ruido alguno para que el taxista no se cerciorase de lo que estaba ocurriendo justo detrás de él. Me gustó mucho ese tacto, lo tenía muy grande, muy abierto, lleno de vello, muy natural. Me gustó tanto que mi miembro quería saltar del pantalón y estrellarse allí donde mi mano derecha se encontraba. Tras frotar introduje uno, luego dos y finalmente tres dedos. Su cavidad era asombrosa a la vez que acongojante. Me hubiera tirado así todo el día, viéndola disfrutar, pero el coche llegaba a casa y lo dejamos. Mi mano olía a esencia de sexo: húmedo y morboso. Tras despedirnos acabé con mis sufrimientos con una prolongada y relajante masturbación en mi dormitorio.
    
    La noche, final de mi travesía por unos canales de placer que no sé si volveré a surcar. Ni jóvenes, muy jóvenes, vírgenes, lesbianas, fetichismo, masoquismo ni gente de otras razas, nada, absolutamente nada, era comparable al hecho de hacerlo con una mujer experimentada y mucho mayor que yo.
    
    Para la noche estaba decidido a darlo y a aguantarlo todo. Acabaría ella conmigo o yo con ella, el caso es que me daba igual con tal de dar la talla. Así que me puse ...
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