Desafío de galaxias (capitulo 49)
Fecha: 10/03/2019,
Categorías:
Confesiones
Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos
... padre.
—Que pesado eres con ese tema papa; mama me llama por ni nombre, no sé por qué tú tienes que seguir con lo de “capitán”.
—¡Coño!, pues porque eres el capitán, y bien orgulloso que estoy, y sobre todo, de que Marisol confíe en ti.
—¡Bueno, vale papa! Como quieras. ¿Cómo va la cosa ahí fuera?
—Como habías previsto: se siguen concentrando las naves, no se atreven a entrar en el Mar Angosto. Hay ya más de ochocientas naves, principalmente de carga, y ya han cesado las explosiones en el interior, debían de tener muchas infraestructuras ahí dentro. ¿Cómo lo quieres hacer?
—Cuándo estén recargados los silos, salimos, atacamos y nos vamos cagando leches; ya hemos tentado mucho a la suerte. Además, la jefa me va a pegar una hostia que voy a flipar. Debe de estar ahora mismo como una fiera enjaulada.
—Seguro que sí.
Anahis entró en el despacho de Marisol, y la encontró dormitando sentada en su sillón.
—Despierta bella durmiente, —dijo sonriendo— en Rulas 3 me han confirmado que cargo doscientos cincuenta Deltas de más, y que los almaceno en las bahías de carga.
—¡Qué cabrona! Y se calló como una puta.
—¡Nos ha jodido!, lo habrías rechazado, —dijo Anahis cerrando la puerta del despacho y poniendo el pestillo.
—¿Qué haces?
—Nada mi amor, solo te voy a meter mano, —respondió sentándose a horcajadas sobre sus piernas.
—¡Nena! No me parece que este sea el sitio más… —no pudo seguir porque Anahis la beso e introdujo la lengua en su ...
... boca.
—Pero es que tengo ganas de ti mi amor, —dijo Anahis cuándo se separaron para respirar— hace mucho que no lo hacemos.
—¿Cómo que hace mucho que no lo hacemos? —preguntó Marisol mirando el reloj de su comunicador—. ¡Cinco horas!
—¡Mucho!
—Te recuerdo, que me has despertado antes de tiempo porque me estabas metiendo mano.
—Es que me tienes muy salida.
—¿Qué yo te tengo muy salida? —pudo decir luchando con la lengua de Anahis para poder hablar—. ¡Pero si no paramos!
—No es suficiente, pero si no puedes darme más… —dijo simulando tristeza y mostrándola el dedo medio de la mano, añadió—: me apañaré con este.
—¡Joder tía! —exclamó Marisol. La puso la mano en el trasero, la levantó y la tumbó bocarriba sobre la mesa. La abrió el pantalón, y agarrándolo por la cinturilla, junto con el tanga, se lo bajo hasta los tobillos.
Cuándo todo acabo, se recostó sobre el sillón simulando indiferencia leyendo una tableta, mientras Anahis permanecía sobre la mesa, con el pantalón y el tanga por los tobillos, y sus jugos manchaban la mesa.
—¿Qué haces? —preguntó mirándola.
—Tengo cosas que hacer, —en el fondo, Marisol se estaba descojonando de risa, pero lo disimulaba.
—¿Cómo que tienes cosas que hacer?
—¡Sí!, yo no estoy tan salida como tú. ¿Tú te has visto? Ahí, sobre la mesa y con el chocho al aire manchándolo todo. Si quieres otro dímelo mi amor que… —ya no pudo aguantar más y se echó a reír ante la cara de estupor de Anahis.
—¿Serás… guarra?
—Si me llamas ...