Vacaciones originales
Fecha: 17/08/2017,
Categorías:
Confesiones
Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos
... y que los besos que nos damos son de explosión retardada, porque los siento en la polla como un par de segundos después de darme el muerdo a tornillo con mi mujer. Mi calentón aumenta y Chusa me dice al oído —yo lo oigo como si estuviera gritando— que necesita que le coma el coño tal y como le gusta. Acierto a coger una manta sobre la que nos tumbamos, nos separamos unos metros del resto —al menos eso creo— y ya estamos los dos desnudos.
Los pezones de mi mujer, hinchados, tiesos, duros, están ricos de verdad, qué maravilloso es mamarlos, que gratificante escuchar las exclamaciones de excitación que a ella le provocan mis lametazos y los suaves mordisquitos, todo con mucha saliva. Me agarra del pelo y empuja hacia abajo dirigiendo mi cabeza hacia su sexo, no quiere que me demore más. El clítoris de Chusa me parece más grande que nunca cuando empiezo a lamerlo suavemente durante unos segundos, con más fuerza enseguida, oyendo los quejidos que lanza mi mujer, subiendo poco a poco el nivel de su voz, estremeciéndose en cuanto utilizo los labios al mismo tiempo que la lengua, apretando un poquito, lamiendo, apretando un poco más, mordisqueando, lamiendo algo más fuerte… Le estoy haciendo una comida de coño de la hostia, centrado en el clítoris, mamándolo como si fuera un gran grueso pezón o una mini polla, todo empapado de saliva y de jugos sexuales. Las manos las tengo ocupadas amasando y acariciando su culo, pasando de vez en cuando a ocuparme de los pezones. Tengo la cara ...
... empapada, incluso sorbo y trago sus ricos jugos vaginales, y la lengua empieza a notar su prolongado uso, por lo que descanso unos segundos apoyando la nariz sobre la zona del clítoris, apenas moviendo la cara arriba y abajo o en círculos, apretando un poco, y volviendo de nuevo a lamer y mamar.
El soniquete constante de Chusa, dando algún que otro grito más alto de lo habitual y su rápida ansiosa respiración me avisan que le queda muy poco para correrse. Con las dos manos estoy sujetando el culo intentando que no lo mueva demasiado con el ritmo casi descontrolado que tienen ahora mismo sus caderas —también intento que no me dé un golpetazo en la cara mientras sigo con la mamada— y casi llega a sorprenderme el grito ronco y fuerte que da mi mujer al correrse, largo, sentido, liberador de todas las energías del orgasmo. Cuando relaja el cuerpo muchos segundos después quedagroggy, dormida casi de inmediato, le acerco una colchoneta, le tapo con la manta y me separo en busca de agua para limpiarme la cara. Estoyempalmao, pero está claro que no hay nada que hacer, al menos en un buen rato.
Cuando vuelvo a la tienda de campaña pensando en acostarme junto a mí mujer el ambiente está que arde, me pongo a mirar y ni siquiera me visto. Cinco tíos y dos mujeres todos desnudos, de pie, colocados en círculo, las dos hembras bailando en el centro, tocándose suavemente, dándose algún que otro piquito, moviéndose sensualmente, y los hombres interpretando una repetitiva melodía haciendo ...