El harén del sacerdote (parte 1) - Relatos Eróticos

El harén del sacerdote (parte 1)

Me llamo Julián Torres y soy perito psiquiatra que funge como auxiliar en diversas dependencias de justicia a lo largo de México, ya estoy a punto de retirarme pues tengo 79 años, en realidad pude jubilarme desde los 60 pero seguí trabajando porque no concebía una vida de ocio. Me conservo bastante bien y solo me retiro porque la vista se me ha deteriorado irreversiblemente. Quiero contar un caso que me marcó de por vida, mas fui discreto tantos años por deber moral. Un caso que parecería inverosímil y fantasioso para cualquiera por muy ingenuo que fuese, pero que de hecho ha pasado varias veces a lo largo del mundo y la historia.

Un caso de histeria o psicosis colectiva que nos revela cuando menos algo oculto de la naturaleza humana. Cuando tenía 24 años y tenía poco de empezar a trabajar, recibí dos pacientes con una historia inefable a la vez que morbosa. Era un joven de 19 años llamado Efraín y una mujer de veintitantos. Ambos víctimas de un sacerdote perverso pero a la vez enigmático, cuyo nombre era Teodoro, fue un sacerdote que devino en una especie de heresiarca y dios de una secta. Al principio solo era reconocido por su carisma y gentileza, siendo su parroquia la más concurrida de un municipio de Aguascalientes, después comenzó a rumorearse que le pedía favores sexuales a mujeres de la congregación o que abusaba de ellas, pero en cuestión de un par de años el tipo ascendió a ser considerado un mesías y casi semidios entre sus fieles. En ese momento ya era una ...

... certeza de que mantenía relaciones sexuales con la mayoría de sus feligresas, incluyendo menores de edad. Lo sorprendente es que eran ellas quienes accedían al sexo. El tipo se había deificado a un grado ridículo ante sus fieles, los maridos de la congregación le entregaban gustosos a sus esposas e hijas y en general el tipo tenía una suerte de derecho de pernada sobre todas ellas. Régimen que se mantuvo por un lapso de 10 años hasta que una mujer, hermana de una feligresas de Teodoro, lo mató al espetarle un puntiagudo portavelas en la traquéa cuando estuvo a punto de violarla con ayuda de su propia hermana. En el último año la congregación ya se había convertido en secta, el apetito sexual de Teodoro era insaciable, se dijo que llegaba a tener sexo 10 veces al día con distintas mujeres, a veces en saturnales con 5 a la vez.

Teodoro no concebía el sexo con protección, de modo que se le han identificado 17 hijos esparcidos entre las feligresas. Y aunque el total no es claro, se han comprobado 41 mujeres que pasaron por su cama, pero todo apunta a que fueron más. Todas en un rango de 12 a 50 años, pues más grandes o más jóvenes eran rechazadas por él. 

En cierto punto, cuando ya tenía un harén enorme, Teodoro cesó de predicar y dirigir la misa, pasaba la mayor parte del tiempo en sus aposentos, donde solo entraban sus hombres de confianza y las mujeres que él mandaba llamar, las cuales se desnudaban siempre antes de entrar (pues decía que la ropa en ellas sólo servía para ...