El harén del sacerdote (parte 1) - Relatos Eróticos

El harén del sacerdote (parte 1)

... protegerlas del deseo de los hombres mundanos, pero como él era santo tenía la autoridad de verlas como Dios las trajo al mundo). También tenían prohibido hablar frente a Teodoro sin permiso y ellas obedecían o hasta se esforzaban por contentarlo de manera voluntaria. Después de todo, decidieron unirse a la congregación a sabiendas de lo que conllevaba.

Con respecto a la admisión a la congregación había requisitos bien definidos: si se trataba de un matrimonio el marido era quien debía solicitar la admisión a la secta, luego Teodoro lo ungía (así como a todos los varones de la familia) y este debía ceder todos sus bienes y su caudal para que los achichincles de Teodoro la administraran y se mantuviera la parroquia. Después el marido debía presentarle a las mujeres de su familia, empezando por la esposa naturalmente, a quien Teodoro le daba la bienvenida pasando una noche privada con ella en sus aposentos. Después hacía lo mismo con las hijas, según lo “desarrolladas” que estuvieran.

El sexo anal estaba prohibido para todos los varones, exceptuando a Teodoro por supuesto, de hecho era bien sabido que tenía una especie de fetiche con los culos femeninos. Le encantaba oler, besar y chuparles las nalgas y la raja a sus feligresas, muchas de ellas ni siquiera usaban ropa interior y se perfumaban el culo porque sabían que iban a pasar por la lengua de Teodoro.

Se dice que Teodoro también llegó a tener sexo con madres ante la vista de sus hijos o viceversa.

Conforme me ...

... informaban más de los hechos, no sabía si indignarme o descreer de todo. A continuación voy a transcribir los apuntes de varias libretas y carpetas de algunos exmiembros de la secta, los cuales seleccione y conservé ilícitamente de entre las evidencias. La mayoría de ellos, tanto hombres como mujeres, hoy están confinados en diversos sanatorios y los niños fueron enviados  a orfanatos donde reciben monitoreo psicológico, uno deficiente cabe aclarar.

Un tal Jacinto Núñez, escribió en su agenda:

“Anoche finalmente completamos el ritual de iniciación, recibí la unción y panacea del señor Teodoro y le encomendé mis bienes para asegurarme un buen escaño en la jerarquía. Cuando llegó a la casa para bendecirla en compañía de su séquito estaba un poco nervioso, temí que algo no le gustara, pero todo salió bien. Cuando terminó, su Santidad pidió conocer a mi mujer, no tuve miedo pues confíe en su belleza y sabía que Teodoro estaría feliz de yacer con ella. Ya sabía que debía arreglarse bien y comportarse como su Santidad manda, así como que no debía ser vista por él sino hasta que lo solicitará.

En ese momento la llamé y llegó ataviada de la túnica ceremonial femenina, como es debido. Ella se paró frente a él sin sostenerle la mirada, como buena fémina del Creador, Teodoro se acercó y persignó su frente para luego despojarla de la túnica y revelar su desnudez. Luego le palpó los senos suavemente, sintiendo su firmeza, forma y tamaño, luego exploró las pompis y finalmente el ...