Horas extras doble vida - Relatos Eróticos

Horas extras doble vida

... ingresos mientras que aquel portentoso culo lo había absorbido por detrás y sus melones de un moreno perfecto en conjunto con su cuerpo. 

Adolfo y Eva nombres ficticios me invitaron a ponerme cómodo. 

Me quité la camiseta dejándome el pantalón puesto ya que no llevaba ropa interior. 

Eva. Pero bueno nuestro camarero es tímido. 

Adolfo. Habrá que tirarlo al agua y que vaya nadando jajaja. 

Yo. Es que no tengo ropa interior. 

Eva. Si quieres te dejo un tanga jajaja. 

Adolfo. Seguro que con ese cuerpo le quedaría de cine.

La mujer se fue balanceado su cuerpo y para mi sorpresa vino con un minúsculo tanga en la mano. 

Eva. Tú mismo ofreciéndomelo. 

Adolfo. A mí no me importaría verlo así. 

No me quedo más remedio que quitarme el pantalón quedándome completamente desnudo ante aquella pareja a la que casi todos los días veía vestida y servía copas. 

Echamos el ancla y la pareja se bajó hacia el camarote mientras yo me quedé en la cabina durante un rato hasta que pude apreciar el sonido del placer y me acerque a ver si podía ver algo. 

Aunque me quedé con las ganas. 

Veinte minutos después subió Adolfo venía completamente desnudo viendo por primera vez aquel pene que miraba hacia abajo junto con las grandes pelotas que le colgaban. 

Adolfo. Ya lo siento pero somos muy jugosos y necesitábamos de fugarnos. 

Yo. Me parece estupendo pudiendo. 

Acto seguido subió Eva completamente desnuda también aquello me parecía impresionante abajo ...

... de aquel cuerpo podía ver una amplia de raja abierta y para mi sorpresa con dos aros en sus labios exteriores que todavía lo hacían más apetitoso. 

Eva. De verdad que no hay nada como el sexo. 

Yo. Sí claro pudiendo es lo mejor. 

Adolfo. Pues no será porque con la edad que tienes no triunfarás. 

Yo. Se hace lo que se puede pero nunca es suficiente. 

Adolfo. Mira Eva el chavalito igual le apetece. 

Eva. Pero no ves que es demasiado niño y muy tímido dejale en paz.

Adolfo se echó el agua mientras Eva hecha de una toalla se tumbó sobre ella con las piernas bien abiertas enseñándome todo aquel coño húmedo y brillante. 

Eva. Te gusta mi cuerpo. Te acostarías con una mujer con tantos años. 

Me quedé de piedra no sabía que contestar no sabía si era miedo o respeto timidez vergüenza. 

Pero en aquel momento no dudaba que aquella mujer me llamaba la atención física y también por el trato cotidiano con ella. 

Mientras Adolfo subía a la embarcación Eva se levantó. 

Eva. Le pregunté a nuestro joven camarero sí le gusta mi cuerpo y se acostaría conmigo y hasta el momento no me ha contestado. 

El hombre se acercó a mí y colocó una mano en mi espalda mientras me hablaba. 

Adolfo. Mira amigo a mi mujer le atraes y yo no soy celoso así que puedes bajar camarote con ella. 

Todo esto mientras la mano que estaba en mi espalda había bajado hasta mi culo y me empujaba hacia donde se encontraba su mujer. 

Eva se dirigió hacia abajo mientras yo todavía ...