Ari: Prisionero de Mi Piel XVII - Relatos Eróticos

Ari: Prisionero de Mi Piel XVII

... ¿Verdad?
(Ari, con la respiración agitada, asintió con los ojos humedecidos.)
Ari (temblando): —Sí… todo por ti.

Jordan (sonriendo con burla): —me gusta. Ahora sí pareces mi mujer.
(Ari se estremeció, mitad orgullo, mitad miedo. Sentía que cuanto más se hundía en esa transformación, más lo ataba a Jordan.)
Esa misma noche, mientras la casa entera escuchaba sus risas y los ruidos ahogados tras la puerta, la madre de Ari se tapaba los oídos en su cuarto, llorando desconsolada. Camila, que había ido a visitarla, se quedó junto a ella, impotente.

Mamá (sollozando, golpeando la mesa): —¡Ese hombre lo ha embrujado! Ya no reconozco a mi hijo.
Camila (seria, con la voz firme): —Tía. Ese tipo se aprovecha, se burla, y Ari no ve la realidad. Yo voy a hablar con él.
La madre la miró con miedo, como si esas palabras fueran demasiado arriesgadas. Pero Camila estaba decidida.
Al día siguiente, Camila esperó a Jordan afuera de la casa, justo cuando llegaba en su moto. Se cruzó de brazos y se plantó frente a él, sin apartarse ni un centímetro.

Camila (mirándolo con frialdad): —Tenemos que hablar.
Jordan (arqueando una ceja, sonriendo burlón): —¿Y tú quién eres muñeca?
Camila (con voz dura): —Soy la mejor amiga de Ari. Y no voy a quedarme de brazos cruzados mientras lo destruyes.
(Jordan se bajó de la moto, se acercó con calma y la rodeó, como un depredador evaluando a su presa.)
Jordan (con tono burlón): —¿Destruirlo? Al contrario, muñeca… la estoy haciendo florecer. ...

... ¿Has visto cómo se viste ahora? ¿Cómo se mira en el espejo? Está feliz.

Camila (con rabia): —¡No está feliz! Está obsesionado, confundido, atado a ti como un prisionero.
Jordan (riendo, altanero): —¿Y qué? Él lo eligió. Nadie lo obliga.
(Camila lo miró fijamente, sin dejarse intimidar.)
Camila: —No voy a permitir que sigas jugando con él. Lo que haces no es amor, es abuso. Y lo voy a rescatar de ti, aunque me cueste.
(Jordan se inclinó hacia ella, murmurando con esa sonrisa cruel.)
Jordan: —Inténtalo, preciosa.

Mientras tanto, Ari observaba la escena desde la ventana, temblando. Una parte de ella quería correr, abrazar a Camila y pedirle que lo salvara. Pero otra, la más fuerte, lo mantenía quieto, repitiéndole que Jordan era su destino, que no debía traicionarlo.
Camila se fue con el corazón lleno de rabia y frustración, Jordan subió al cuarto de Ari triunfante.
Jordan (cerrando la puerta, con voz dominante): —¿Viste cómo defendí lo nuestro? Ni tu amiguita ni tu mamá van a poder con nosotros.

(Ari lo miró con lágrimas en los ojos, asustado y a la vez entregado.)
Ari: —Yo te creo… siempre estaré contigo.

Jordan (sonriendo, abrazándolo con fuerza): —Así me gusta. Que entiendas a quién perteneces.
Y mientras Ari se hundía cada vez más en esa relación, su madre y Camila juraban no rendirse. Sabían que Jordan era fuerte, manipulador, y que Ari estaba ciego.

Ese día sentí que mi vida se partía en dos. Jordan estaba sentado en mi cama, con las piernas abiertas, ...