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Ari: Prisionero de Mi Piel XVII
Fecha: 06/11/2025, Categorías: Transexuales Tus Relatos Autor: EntreLineas, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... fuerza, intentando retenerme—. Por favor, no te vayas… Sentí cómo un escalofrío me recorría mientras la abrazaba débilmente, dejando que sus lágrimas cayeran sobre mis hombros. Jordan me rodeó por detrás, apoyando su mano sobre mi cadera, marcando territorio de manera visible, y la madre retrocedió, impotente. —Tranquila, suegra —dijo Jordan, con su voz burlona—. Su hija está en buenas manos, yo la voy a cuidar. En ese momento, Camila apareció en la puerta, me miró con mezcla de sorpresa. —Ari… —susurró, con la voz quebrada—. ¿De verdad vas a hacer esto? ¿Vas a irte con él así? Yo sentí la presión en el pecho, y aunque mis piernas temblaban, levanté la cabeza y la miré. —Camila… —dije, tratando de sonar firme—… yo lo elegí. No puedo explicarte todo, pero es lo que quiero. Ella me abrazó —Solo… cuídate… por favor, Ari. No dejes que te lastime. —No lo hará —susurré, aunque mis pensamientos se debatían entre la culpa y el deseo—. Yo… yo quiero esto. Mi madre se arrodilló, abrazándome de nuevo. —Hijo… hijo mío… ¿me estás dejando sola así? —lloró, su voz rota. Jordan se inclinó hacia mí, sus labios rozando mi oreja mientras susurraba: —Vamos, muñeca. Es hora de irnos. Yo sentí cómo todo mi mundo se comprimía: el abrazo de mi madre, la mirada preocupada de Camila, la risa segura de Jordan detrás de mí. Era un torbellino de emociones. —Mamá… Camila… —susurré entre lágrimas—… los quiero, pero esto es ...
... lo que elegí. —Mi voz se quebró y temblé, mientras Jordan me apretaba más contra él, mostrándome que no había vuelta atrás. —¡Arian! —gritó mi madre, golpeando suavemente mi espalda con la mano, desesperada—. ¡No lo dejes! ¡No lo dejes hacerte esto! Jordan se rió, acariciándome la cadera, y yo gemí suavemente, sintiendo cómo el placer y la vergüenza se mezclaban de manera intensa, incluso en medio de la despedida. —Tranquila, suegra —dijo Jordan, con su voz grave y burlona— prometo cuidarla. Camila me dio un último abrazo, y yo sentí cómo su cuerpo temblaba al igual que el mío. —Cuídate… y recuerda quién eres —dijo entre susurros—. No te olvides de ti mismo… Yo asentí, pero no podía. Mi cuerpo, mi mente, todo estaba atrapado en Jordan. Me giré hacia él, y él me sostuvo por la cintura, sus labios buscando los míos con urgencia, como si esa fuera su manera de sellar la decisión. —Vamos, muñeca… —susurró, riéndose de todo el drama—. Tu nuevo hogar nos espera. Mis piernas temblaron mientras subíamos al auto. Mi madre me veía alejarme, llorando, y Camila me hacía un gesto de despedida con la mano. Yo sabía que nunca había sentido un conflicto tan intenso: placer y culpa, sumisión y amor, miedo y deseo, todo al mismo tiempo. Jordan rió detrás de mí mientras arrancábamos, y yo cerré los ojos, sintiendo su mano grande sobre mi pierna, y me dije a mí mismo: esto es lo que elegí… y no hay vuelta atrás.