1. Confesiones de un aficionado


    Fecha: 21/03/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: GabrielledelD, Fuente: CuentoRelatos

    ... unas caderas todo lo curvilíneas que permitía su delgadez. La conocí pasado el verano... nunca la había visto así y tuve inmediatamente una fuerte erección. Recuerdo que llevaba el pelo recogido en una cola, la cara alta, el cuerpo erguido, pero... ya las lágrimas amenazaban brotar por sus ojos.
    
    Y dudé...
    
    Mi titubeo duró muy poco pero lo suficiente como para que Stella se apercibiera. Tenía que tomar la iniciativa. Yo era el Amo y tenía que demostrarlo. No importaba otra cosa. Olvidé por completo mis sentimientos hacia ella. Estaba allí por su propia voluntad y debía obtener lo que esperaba que yo le diera. Recuerdo perfectamente los detalles: di orden a Stella que esposara a la nueva aspirante y la hiciera arrodillar a mis pies. Yo estaba sentado en un sillón de mimbre montado sobre una especie de tarima que habíamos construido. Dócilmente Jo fue esposada y se arrodillo en la alfombra frente a mí. Me levante y cogí mi fusta favorita. En el huerto había un cañizal de bambú. Yo usaba varias cañas finas, más o menos flexibles según lo tiernas que estaban. Desprovistas de los agudos nudos hasta dejarlos casi romos eran un material perfecto para todo uso. Me acerque a ella, puse la caña en su barbilla haciéndole alzar el rostro y enderezar el tronco. Le di golpecitos al busto y a los hombros para que lo pusiera todo lo erguido que diera de sí. No hacía calor en absoluto pero desde la base del cuello hasta el escote tenía su piel perlada de sudor. Pensé para mi que era tan ...
    ... puta como Stella: cualquier resto de duda desapareció de inmediato. Yo tengo un pene bastante normalito, tirando a pequeño, pero de la tremenda erección que sentía pensaba que en cualquier momento podía saltar la cremallera de la bragueta. Entonces introduje la fusta por dentro del escote del corsé entre sus pequeños pechos, hundiéndola poco a poco. Cuando asomó la punta por el vientre di un tirón hacia arriba sacándola, dándole sin querer en su barbilla. Debió dolerle porque gimió. Sin darle un respiro le di un fustazo no demasiado duro pero seco en su torso para enderezarla de nuevo. Volvió a gemir con más fuerza e inició un sollozo pero logro reprimirlo a duras penas. Me sentía verdaderamente su amo. Yo creía que me correría en cualquier momento. Stella observaba el espectáculo con satisfacción. Sin hacer ningún caso a los débiles gimoteos de Jo me puse a sus espaldas. Metí ahora la punta de la caña bajo el elástico de sus bragas y la hundí muy despacio entre sus nalgas. Dándole un empellón agujeree sus bragas. Lo repetí varias veces hasta romperlas, quedando colgadas de los tirantes del liguero. Libres sus genitales de todo obstáculo sentí la necesidad de comprobar lo mucho que debería estar gozando, así que me agache y hundí mis dedos con violencia en la profundidad de su sexo... que estaba tan seco como la arena del desierto. Jo gritó de dolor... nada más apartar mi mano rompió en incontrolable llanto. Lo hizo de tal forma que llegué a asustarme. Cuando pudo calmarse, ...
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