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MI ABUELA REMEDIOS LA DOMINATRIX Y YO SU ESTUPIDO ESCLAVO, PARTE 2
Fecha: 18/12/2025, Categorías: Dominación / BDSM Tus Relatos Autor: scatgummi, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... bruta conmigo, como si yo fuera un mueble que debía ser inmovilizado. Me soltó una bofetada de derecha a izquierda con su mano enguantada, un golpe seco y humillante que me dejó la cara ardiendo. La goma de su guante chocó con fuerza contra mi mejilla, ladeando mi cabeza del bofetón fuerte y sonoro . "¡Si te aprietan las esposas, te aguantas! ¡Deberías haber obedecido!", me gritó. Observé cómo ella se transformaba en una especie de ogro cuando se enfadaba, su rostro se contorsionaba en una mueca de furia pura. Odiaba que la desobedeciera; era superior a ella y se enfurecía de una forma que daba miedo. Acercó su rostro al mío, y levantando la voz, escupió las palabras: "¡Ahora te lo vas a comer todo! ¡Te enseñaré a no desobedecerme!". Ella agarró otra silla y la colocó pegada a la mía... Su silla estaba pegada a la mía, frente a frente, y abrió las piernas de tal manera que yo quedaba casi en medio de sus muslos. Se acercó aún más, invadiendo mi espacio personal, y dejó el plato a rebosar de caldo, repleto de aquellos terribles trozos de coliflor que tanto odiaba. Metió la cuchara, agrandada por sus guantes, completamente llena, y la acercó a mi boca. No tuve más remedio que abrir la boca para no enfadarla más. Sentí el sabor repugnante de aquella comida, y ella me dijo con una voz que no admitía réplica: "Traga y no me hagas enfadar más". Tragué a regañadientes mientras ella ya cargaba otra cuchara llena. Medio de comer de esa forma tan humillante, llegó un momento en ...
... que ya no quería más. Me resultaba horrible la comida. "No quiero más, Señora Remedios", supliqué, pero a ella le dio igual. Tras decirlo, metió otra cucharada más dentro de mi boca. "Me da igual lo que tú quieras. Lo importante es lo que yo quiera. Empieza a aprenderlo", me espetó con una frialdad que me heló la sangre. Ya tragaba más despacio, empachado por el sabor de aquella verdura, y ella lo hizo aún más humillante. Dejó la cuchara y dijo que no iba a perder todo el día dándome de comer. Metió su guante de goma nauseabundo dentro del plato y agarró los trozos de verdura. Me ordenó abrir la boca y metió el guante con los trozos. Tuve que masticar y tragar, y me hizo rebañar y limpiar su guante. "El guante, que quede bien limpio", insistió. Chupé cada dedo de su guante, que sabía igual o peor que la verdura, a goma rancia y a jabón barato. Tuve que tragar todo el plato; no quedó ni rastro. Ya casi estaba llorando, y la abuela Remedios, con una sonrisa enorme en su rostro, estaba disfrutando humillándome de esa manera. Se levantó de su silla y, tocando la enorme cazuela, me dijo que había para cenar y para el día siguiente también. Y añadió una amenaza que me aterró: "No vuelvas a desobedecerme, o la próxima vez defecaré dentro y te lo haré tragar, dándotelo yo misma con la cuchara". Mi garganta se hizo un nudo, y supe que la próxima vez tendría que comer yo solo porque el castigo podría ser terrible. La abuela Remedios se había convertido en mi autoridad absoluta. Ella ...